Salmos 23; Salmos 24; Salmos 25; Hechos 21:18-40

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Salmos 23

1 El SEÑOR es mi pastor, nada me faltará.
2 En lugares de verdes pastos me hace descansar; junto a aguas de reposo me conduce.
3 El restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre.
4 Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me infunden aliento
5 Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; has ungido mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del SEÑOR moraré por largos días.
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Salmos 24

1 Del SEÑOR es la tierra y todo lo que hay en ella ; el mundo y los que en él habitan.
2 Porque El la fundó sobre los mares, y la asentó sobre los ríos.
3 ¿Quién subirá al monte del SEÑOR? ¿Y quién podrá estar en su lugar santo?
4 El de manos limpias y corazón puro; el que no ha alzado su alma a la falsedad, ni jurado con engaño.
5 Ese recibirá bendición del SEÑOR, y justicia del Dios de su salvación.
6 Tal es la generación de los que le buscan, de los que buscan tu rostro, como Jacob . (Selah)
7 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, alzaos vosotras, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria.
8 ¿Quién es este Rey de la gloria? El SEÑOR, fuerte y poderoso; el SEÑOR, poderoso en batalla.
9 Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, alzadlas, puertas eternas, para que entre el Rey de la gloria.
10 ¿Quién es este Rey de la gloria? El SEÑOR de los ejércitos, El es el Rey de la gloria. (Selah)
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Salmos 25

1 Ati, oh SEÑOR, elevo mi alma.
2 Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado, que no se regocijen sobre mí mis enemigos.
3 Ciertamente ninguno de los que esperan en ti será avergonzado; sean avergonzados los que sin causa se rebelan.
4 SEÑOR, muéstrame tus caminos, y enséñame tus sendas.
5 Guíame en tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día.
6 Acuérdate, oh SEÑOR, de tu compasión y de tus misericordias, que son eternas.
7 No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones; acuérdate de mí conforme a tu misericordia, por tu bondad, oh SEÑOR.
8 Bueno y recto es el SEÑOR; por tanto, El muestra a los pecadores el camino.
9 Dirige a los humildes en la justicia, y enseña a los humildes su camino.
10 Todas las sendas del SEÑOR son misericordia y verdad para aquellos que guardan su pacto y sus testimonios.
11 Oh SEÑOR, por amor de tu nombre, perdona mi iniquidad, porque es grande.
12 ¿Quién es el hombre que teme al SEÑOR? El le instruirá en el camino que debe escoger.
13 En prosperidad habitará su alma, y su descendencia poseerá la tierra.
14 Los secretos del SEÑOR son para los que le temen, y El les dará a conocer su pacto.
15 De continuo están mis ojos hacia el SEÑOR, porque El sacará mis pies de la red.
16 Vuélvete a mí y tenme piedad, porque estoy solitario y afligido.
17 Las angustias de mi corazón han aumentado; sácame de mis congojas.
18 Mira mi aflicción y mis trabajos, y perdona todos mis pecados.
19 Mira mis enemigos, que son muchos, y con odio violento me detestan.
20 Guarda mi alma y líbrame; no sea yo avergonzado, porque en ti me refugio.
21 La integridad y la rectitud me preserven, porque en ti espero.
22 Oh Dios, redime a Israel de todas sus angustias.
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Hechos 21:18-40

18 Y al día siguiente Pablo fue con nosotros a ver a Jacobo , y todos los ancianos estaban presentes.
19 Y después de saludarlos, comenzó a referirles una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles mediante su ministerio.
20 Y ellos, cuando lo oyeron, glorificaban a Dios y le dijeron: Hermano, ya ves cuántos miles hay entre los judíos que han creído, y todos son celosos de la ley;
21 y se les ha contado acerca de ti, que enseñas a todos los judíos entre los gentiles que se aparten de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos ni observen las tradiciones.
22 Entonces, ¿qué es lo que se debe hacer? Porque sin duda la multitud se reunirá pues oirán que has venido.
23 Por tanto, haz esto que te decimos: Tenemos cuatro hombres que han hecho un voto;
24 tómalos y purifícate junto con ellos, y paga sus gastos para que se rasuren la cabeza; y todos sabrán que no hay nada cierto en lo que se les ha dicho acerca de ti, sino que tú también vives ordenadamente, acatando la ley.
25 Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros les hemos escrito, habiendo decidido que deben abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de lo estrangulado y de fornicación.
26 Entonces Pablo tomó consigo a los hombres, y al día siguiente, purificándose junto con ellos, fue al templo, notificando de la terminación de los días de purificación, hasta que el sacrificio se ofreciera por cada uno de ellos.
27 Cuando estaban para cumplirse los siete días, los judíos de Asia, al verlo en el templo, comenzaron a incitar a todo el pueblo, y le echaron mano,
28 gritando: ¡Israelitas, ayudadnos! Este es el hombre que enseña a todos, por todas partes, contra nuestro pueblo, la ley y este lugar; además, incluso ha traído griegos al templo, y ha profanado este lugar santo.
29 Pues anteriormente habían visto a Trófimo el efesio con él en la ciudad, y pensaban que Pablo lo había traído al templo.
30 Se alborotó toda la ciudad, y llegó el pueblo corriendo de todas partes; apoderándose de Pablo lo arrastraron fuera del templo, y al instante cerraron las puertas.
31 Mientras procuraban matarlo, llegó aviso al comandante de la compañía romana que toda Jerusalén estaba en confusión.
32 Inmediatamente tomó consigo algunos soldados y centuriones, y corrió hacia ellos; cuando vieron al comandante y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo.
33 Entonces el comandante llegó y lo prendió, y ordenó que lo ataran con dos cadenas; y preguntaba quién era y qué había hecho.
34 Pero entre la muchedumbre unos gritaban una cosa y otros otra, y como él no pudo averiguar con certeza los hechos, debido al tumulto, ordenó que lo llevaran al cuartel.
35 Cuando llegó a las gradas, sucedió que los soldados tuvieron que cargarlo por causa de la violencia de la turba;
36 porque la multitud del pueblo lo seguía, gritando: ¡Muera!
37 Cuando estaban para meter a Pablo en el cuartel, dijo al comandante: ¿Puedo decirte algo? Y él dijo<***>: ¿Sabes griego?
38 ¿Entonces tú no eres el egipcio que hace tiempo levantó una revuelta, y capitaneó los cuatro mil hombres de los asesinos al desierto?
39 Pablo respondió: Yo soy judío de Tarso de Cilicia, ciudadano de una ciudad no sin importancia; te suplico que me permitas hablar al pueblo.
40 Cuando le concedió el permiso, Pablo, de pie sobre las gradas, hizo señal al pueblo con su mano, y cuando hubo gran silencio, les habló en el idioma hebreo, diciendo:
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