Job 41; Job 42; Hechos 16:22-40

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Job 41

1 ¿SACARAS tú al leviathán con el anzuelo, O con la cuerda que le echares en su lengua?
2 ¿Pondrás tú garfio en sus narices, Y horadarás con espinas su quijada?
3 ¿Multiplicará él ruegos para contigo? ¿Hablaráte él lisonjas?
4 ¿Hará concierto contigo Para que lo tomes por siervo perpetuo?
5 ¿Jugarás tú con él como con pájaro, O lo atarás para tus niñas?
6 ¿Harán de él banquete los compañeros? ¿Partiránlo entre los mercaderes?
7 ¿Cortarás tú con cuchillo su cuero, O con asta de pescadores su cabeza?
8 Pon tu mano sobre él; Te acordarás de la batalla, y nunca más tornarás.
9 He aquí que la esperanza acerca de él será burlada; Porque aun á su sola vista se desmayarán.
10 Nadie hay tan osado que lo despierte: ¿Quién pues podrá estar delante de mí?
11 ¿Quién me ha anticipado, para que yo restituya? Todo lo que hay debajo del cielo es mío.
12 Yo no callaré sus miembros, Ni lo de sus fuerzas y la gracia de su disposición.
13 ¿Quién descubrirá la delantera de su vestidura? ¿Quién se llegará á él con freno doble?
14 ¿Quién abrirá las puertas de su rostro? Los órdenes de sus dientes espantan.
15 La gloria de su vestido son escudos fuertes, Cerrados entre sí estrechamente.
16 El uno se junta con el otro, Que viento no entra entre ellos.
17 Pegado está el uno con el otro, Están trabados entre sí, que no se pueden apartar.
18 Con sus estornudos encienden lumbre, Y sus ojos son como los párpados del alba.
19 De su boca salen hachas de fuego, Centellas de fuego proceden.
20 De sus narices sale humo, Como de una olla ó caldero que hierve.
21 Su aliento enciende los carbones, Y de su boca sale llama.
22 En su cerviz mora la fortaleza, Y espárcese el desaliento delante de él.
23 Las partes momias de su carne están apretadas: Están en él firmes, y no se mueven.
24 Su corazón es firme como una piedra, Y fuerte como la muela de abajo.
25 De su grandeza tienen temor los fuertes, Y á causa de su desfallecimiento hacen por purificarse.
26 Cuando alguno lo alcanzare, ni espada, Ni lanza, ni dardo, ni coselete durará.
27 El hierro estima por pajas, Y el acero por leño podrido.
28 Saeta no le hace huir; Las piedras de honda se le tornan aristas.
29 Tiene toda arma por hojarascas, Y del blandir de la pica se burla.
30 Por debajo tiene agudas conchas; Imprime su agudez en el suelo.
31 Hace hervir como una olla la profunda mar, Y tórnala como una olla de ungüento.
32 En pos de sí hace resplandecer la senda, Que parece que la mar es cana.
33 No hay sobre la tierra su semejante, Hecho para nada temer.
34 Menosprecia toda cosa alta: Es rey sobre todos los soberbios.
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Job 42

1 Y RESPONDIO Job á Jehová, y dijo:
2 Yo conozco que todo lo puedes, Y que no hay pensamiento que se esconda de ti.
3 ¿Quién es el que oscurece el consejo sin ciencia? Por tanto yo denunciaba lo que no entendía; Cosas que me eran ocultas, y que no las sabía.
4 Oye te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás.
5 De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.
6 Por tanto me aborrezco, y me arrepiento En el polvo y en la ceniza.
7 Y aconteció que después que habló Jehová estas palabras á Job, Jehová dijo á Eliphaz Temanita: Mi ira se encendió contra ti y tus dos compañeros: porque no habéis hablado por mí lo recto, como mi siervo Job.
8 Ahora pues, tomaos siete becerros y siete carneros, y andad á mi siervo Job, y ofreced holocausto por vosotros, y mi siervo Job orará por vosotros; porque de cierto á él atenderé para no trataros afrentosamente, por cuanto no habéis hablado por mí con rectitud, como mi siervo Job.
9 Fueron pues Eliphaz Temanita, y Bildad Suhita, y Sophar Naamatita, é hicieron como Jehová les dijo: y Jehová atendió á Job.
10 Y mudó Jehová la aflicción de Job, orando él por sus amigos: y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job.
11 Y vinieron é él todos sus hermanos, y todas sus hermanas, y todos los que antes le habían conocido, y comieron con él pan en su casa, y condoliéronse de él, y consoláronle de todo aquel mal que sobre él había Jehová traído; y cada uno de ellos le dió una pieza de moneda, y un zarcillo de oro.
12 Y bendijo Jehová la postrimería de Job más que su principio; porque tuvo catorce mil ovejas, y seis mil camellos, y mil yuntas de bueyes, y mil asnas.
13 Y tuvo siete hijos y tres hijas.
14 Y llamó el nombre de la una, Jemimah, y el nombre de la segunda, Cesiah, y el nombre de la tercera, Keren-happuch.
15 Y no se hallaron mujeres tan hermosas como las hijas de Job en toda la tierra: y dióles su padre herencia entre sus hermanos.
16 Y después de esto vivió Job ciento y cuarenta años, y vió á sus hijos, y á los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación.
17 Murió pues Job viejo, y lleno de días.
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Hechos 16:22-40

22 Y agolpóse el pueblo contra ellos: y los magistrados rompiéndoles sus ropas, les mandaron azotar con varas.
23 Y después que los hubieron herido de muchos azotes, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con diligencia:
24 El cual, recibido este mandamiento, los metió en la cárcel de más adentro; y les apretó los pies en el cepo.
25 Mas á media noche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos á Dios: y los que estaban presos los oían.
26 Entonces fué hecho de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se movían; y luego todas las puertas se abrieron, y las prisiones de todos soltaron.
27 Y despertado el carcelero, como vió abiertas las puertas de la cárcel, sacando la espada se quería matar, pensando que los presos se habían huído.
28 Mas Pablo clamó á gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal; que todos estamos aquí.
29 El entonces pidiendo luz, entró dentro, y temblando, derribóse á los pies de Pablo y de Silas;
30 Y sacándolos fuera, le dice: Señores, ¿qué es menester que yo haga para ser salvo?
31 Y ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo tú, y tu casa.
32 Y le hablaron la palabra del Señor, y á todos los que estan en su casa.
33 Y tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó los azotes; y se bautizó luego él, y todos los suyos.
34 Y llevándolos á su casa, les puso la mesa: y se gozó de que con toda su casa había creído á Dios.
35 Y como fué, día, los magistrados enviaron los alguaciles, diciendo: Deja ir á aquellos hombres.
36 Y el carcelero hizo saber estas palabras á Pablo: Los magistrados han enviado á decir que seás sueltos: así que ahora salid, é id en paz.
37 Entonces Pablo les dijo: Azotados públicamente sin ser condenados, siendo hombres Romanos, nos echaron en la cárcel; y ¿ahora nos echan encubiertamente? No, de cierto, sino vengan ellos y sáquennos.
38 Y los alguaciles volvieron á decir á los magistrados estas palabras: y tuvieron miedo, oído que eran Romanos.
39 Y viniendo, les rogaron; y sacándolos, les pidieron que se saliesen de la ciudad.
40 Entonces salidos de la cárcel, entraron en casa de Lidia; y habiendo visto á los hermanos, los consolaron, y se salieron.
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