Job 8; Job 9; Job 10; Hechos 8:26-40

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Job 8

1 Y RESPONDIO Bildad Suhita, y dijo:
2 ¿Hasta cuándo hablarás tales cosas, Y las palabras de tu boca serán como un viento fuerte?
3 ¿Acaso pervertirá Dios el derecho, O el Todopoderoso pervertirá la justicia?
4 Si tus hijos pecaron contra él, El los echó en el lugar de su pecado.
5 Si tú de mañana buscares á Dios, Y rogares al Todopoderoso;
6 Si fueres limpio y derecho, Cierto luego se despertará sobre ti, Y hará próspera la morada de tu justicia.
7 Y tu principio habrá sido pequeño, Y tu postrimería acrecerá en gran manera.
8 Porque pregunta ahora á la edad pasada, Y disponte para inquirir de sus padres de ellos;
9 Pues nosotros somos de ayer, y no sabemos, Siendo nuestros días sobre la tierra como sombra.
10 ¿No te enseñarán ellos, te dirán, Y de su corazón sacarán palabras?
11 ¿Crece el junco sin lodo? ¿Crece el prado sin agua?
12 Aun él en su verdor no será cortado, Y antes de toda hierba se secará.
13 Tales son los caminos de todos los que olvidan á Dios: Y la esperanza del impío perecerá:
14 Porque su esperanza será cortada, Y su confianza es casa de araña.
15 Apoyaráse él sobre su casa, mas no permanecerá en pie; Atendráse á ella, mas no se afirmará.
16 A manera de un árbol, está verde delante del sol, Y sus renuevos salen sobre su huerto;
17 Vanse entretejiendo sus raíces junto á una fuente, Y enlazándose hasta un lugar pedregoso.
18 Si le arrancaren de su lugar, Este negarále entonces, diciendo: Nunca te vi.
19 Ciertamente éste será el gozo de su camino; Y de la tierra de donde se traspusiere, nacerán otros.
20 He aquí, Dios no aborrece al perfecto, Ni toma la mano de los malignos.
21 Aun henchirá tu boca de risa, Y tus labios de júbilo.
22 Los que te aborrecen, serán vestidos de confusión; Y la habitación de los impíos perecerá.
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Job 9

1 Y RESPONDIO Job, y dijo:
2 Ciertamente yo conozco que es así: ¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?
3 Si quisiere contender con él, No le podrá responder á una cosa de mil.
4 El es sabio de corazón, y poderoso en fortaleza, ¿Quién se endureció contra él, y quedó en paz?
5 Que arranca los montes con su furor, Y no conocen quién los trastornó:
6 Que remueve la tierra de su lugar, Y hace temblar sus columnas:
7 Que manda al sol, y no sale; Y sella las estrellas:
8 El que extiende solo los cielos, Y anda sobre las alturas de la mar:
9 El que hizo el Arcturo, y el Orión, y las Pléyadas, Y los lugares secretos del mediodía:
10 El que hace cosas grandes é incomprensibles, Y maravillosas, sin número.
11 He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré; Y pasará, y no lo entenderé.
12 He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir? ¿Quién le dirá, Qué haces?
13 Dios no tornará atrás su ira, Y debajo de él se encorvan los que ayudan á los soberbios.
14 ¿Cuánto menos le responderé yo, Y hablaré con él palabras estudiadas?
15 Que aunque fuese yo justo, no responderé; Antes habré de rogar á mi juez.
16 Que si yo le invocase, y él me respondiese, Aun no creeré que haya escuchado mi voz.
17 Porque me ha quebrado con tempestad, Y ha aumentado mis heridas sin causa.
18 No me ha concedido que tome mi aliento; Mas hame hartado de amarguras.
19 Si habláremos de su potencia, fuerte por cierto es; Si de juicio, ¿quién me emplazará?
20 Si yo me justificare, me condenará mi boca; Si me dijere perfecto, esto me hará inicuo.
21 Bien que yo fuese íntegro, no conozco mi alma: Reprocharé mi vida.
22 Una cosa resta que yo diga: Al perfecto y al impío él los consume.
23 Si azote mata de presto, Ríese de la prueba de los inocentes.
24 La tierra es entregada en manos de los impíos, Y él cubre el rostro de sus jueces. Si no es él, ¿quién es? ¿dónde está?
25 Mis días han sido más ligeros que un correo; Huyeron, y no vieron el bien.
26 Pasaron cual navíos veloces: Como el águila que se arroja á la comida.
27 Si digo: Olvidaré mi queja, Dejaré mi aburrimiento, y esforzaréme:
28 Contúrbanme todos mis trabajos; Sé que no me darás por libre.
29 Yo soy impío, ¿Para qué trabajaré en vano?
30 Aunque me lave con aguas de nieve, Y limpie mis manos con la misma limpieza,
31 Aun me hundirás en el hoyo, Y mis propios vestidos me abominarán.
32 Porque no es hombre como yo, para que yo le responda, Y vengamos juntamente á juicio.
33 No hay entre nosotros árbitro Que ponga su mano sobre nosotros ambos.
34 Quite de sobre mí su vara, Y su terror no me espante.
35 Entonces hablaré, y no le temeré: Porque así no estoy en mí mismo.
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Job 10

1 ESTA mi alma aburrida de mi vida: Daré yo suelta á mi queja sobre mí, Hablaré con amargura de mi alma.
2 Diré á Dios: no me condenes; Hazme entender por qué pleiteas conmigo.
3 ¿Parécete bien que oprimas, Que deseches la obra de tus manos, Y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos?
4 ¿Tienes tú ojos de carne? ¿Ves tú como ve el hombre?
5 ¿Son tus días como los días del hombre, O tus años como los tiempos humanos,
6 Para que inquieras mi iniquidad, Y busques mi pecado,
7 Sobre saber tú que no soy impío, Y que no hay quien de tu mano libre?
8 Tus manos me formaron y me compusieron Todo en contorno: ¿y así me deshaces?
9 Acuérdate ahora que como á lodo me diste forma: ¿Y en polvo me has de tornar?
10 ¿No me fundiste como leche, Y como un queso me cuajaste?
11 Vestísteme de piel y carne, Y cubrísteme de huesos y nervios.
12 Vida y misericordia me concediste, Y tu visitación guardó mi espíritu.
13 Y estas cosas tienes guardadas en tu corazón; Yo sé que esto está cerca de ti.
14 Si pequé, tú me has observado, Y no me limpias de mi iniquidad.
15 Si fuere malo, ¡ay de mí! Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza, Estando harto de deshonra, Y de verme afligido.
16 Y subirá de punto, pues me cazas como á león, Y tornas á hacer en mí maravillas.
17 Renuevas contra mí tus plagas, Y aumentas conmigo tu furor, Remudándose sobre mí ejércitos.
18 ¿Por qué me sacaste de la matriz? Habría yo espirado, y no me vieran ojos.
19 Fuera, como si nunca hubiera sido, Llevado desde el vientre á la sepultura.
20 ¿No son mis días poca cosa? Cesa pues, y déjame, para que me conforte un poco.
21 Antes que vaya para no volver, A la tierra de tinieblas y de sombra de muerte;
22 Tierra de oscuridad, lóbrega Como sombra de muerte, sin orden, Y que aparece como la oscuridad misma.
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Hechos 8:26-40

26 Empero el ángel de Señor habló á Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el mediodía, al camino que desciende de Jerusalem á Gaza, el cual es desierto.
27 Entonces él se levantó, y fué: y he aquí un Etiope, eunuco, gobernador de Candace, reina de los Etiopes, el cual era puesto sobre todos sus tesoros, y había venido á adorar á Jerusalem,
28 Se volvía sentado en su carro, y leyendo el profeta Isaías.
29 Y el Espíritu dijo á Felipe: Llégate, y júntate á este carro.
30 Y acudiendo Felipe, le oyó que leía el profeta Isaías, y dijo: Mas ¿entiendes lo que lees?
31 Y dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó á Felipe que subiese, y se sentase con él.
32 Y el lugar de la Escritura que leía, era éste: Como oveja á la muerte fué llevado; Y como cordero mudo delante del que le trasquila, Así no abrió su boca:
33 En su humillación su juicio fué quitado: Mas su generación, ¿quién la contará? Porque es quitada de la tierra su vida.
34 Y respondiendo el eunuco á Felipe, dijo: Ruégote ¿de quién el profeta dice esto? ¿de sí, ó de otro alguno?
35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.
36 Y yendo por el camino, llegaron á cierta agua; y dijo el eunuco: He aquí agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?
37 Y Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.
38 Y mandó parar el carro: y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y bautizóle.
39 Y como subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató á Felipe; y no le vió más el eunuco, y se fué por su camino gozoso.
40 Felipe empero se halló en Azoto: y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó á Cesarea.
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