Eclesiastés 9; Eclesiastés 10; Eclesiastés 11; Eclesiastés 12

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Eclesiastés 9

1 Pues bien, he tomado todas estas cosas en mi corazón y declaro todo esto: que los justos y los sabios y sus hechos están en la mano de Dios. Los hombres no saben ni de amor ni de odio; todo está delante de ellos.
2 A todos sucede lo mismo: Hay una misma suerte para el justo y para el impío; para el bueno , para el limpio y para el inmundo; para el que ofrece sacrificio y para el que no sacrifica. Como el bueno, así es el pecador; como el que jura, así es el que teme jurar.
3 Este mal hay en todo lo que se hace bajo el sol: que hay una misma suerte para todos. Además, el corazón de los hijos de los hombres está lleno de maldad y hay locura en su corazón toda su vida. Después se van a los muertos.
4 Para cualquiera que está unido con los vivos, hay esperanza; ciertamente un perro vivo es mejor que un león muerto.
5 Porque los que viven saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, ni tienen ya ninguna recompensa, porque su memoria está olvidada.
6 En verdad, su amor, su odio y su celo ya han perecido, y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace bajo el sol.
7 Vete, come tu pan con gozo, y bebe tu vino con corazón alegre, porque Dios ya ha aprobado tus obras.
8 En todo tiempo sean blancas tus ropas, y que no falte unguento sobre tu cabeza.
9 Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de tu vida fugaz que El te ha dado bajo el sol, todos los días de tu vanidad, porque esta es tu parte en la vida y en el trabajo con que te afanas bajo el sol.
10 Todo lo que tu mano halle para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque no hay actividad ni propósito ni conocimiento ni sabiduría en el Seol adonde vas.
11 Vi además que bajo el sol no es de los ligeros la carrera, ni de los valientes la batalla; y que tampoco de los sabios es el pan, ni de los entendidos las riquezas, ni de los hábiles el favor, sino que el tiempo y la suerte les llegan a todos.
12 Porque el hombre tampoco conoce su tiempo: como peces atrapados en la red traicionera, y como aves apresadas en la trampa, así son atrapados los hijos de los hombres en el tiempo malo cuando cae de repente sobre ellos.
13 También esto llegué a ver como sabiduría bajo el sol, y me impresionó:
14 Había una pequeña ciudad con pocos hombres en ella. Llegó un gran rey, la cercó y construyó contra ella grandes baluartes;
15 pero en ella se hallaba un hombre pobre y sabio; y él con su sabiduría libró la ciudad; sin embargo, nadie se acordó de aquel hombre pobre.
16 Y yo me dije: Mejor es la sabiduría que la fuerza; pero la sabiduría del pobre se desprecia y no se presta atención a sus palabras.
17 Las palabras del sabio oídas en quietud son mejores que los gritos del gobernante entre los necios.
18 Mejor es la sabiduría que las armas de guerra, pero un solo pecador destruye mucho bien.
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Eclesiastés 10

1 Las moscas muertas hacen que el unguento del perfumista dé mal olor; un poco de insensatez pesa más que la sabiduría y el honor.
2 El corazón del sabio lo guía hacia la derecha, y el corazón del necio, hacia la izquierda.
3 Aun cuando el necio ande por el camino, le falta entendimiento y demuestra a todos que es un necio.
4 Si la ira del gobernante se levanta contra ti, no abandones tu puesto, porque la serenidad suaviza grandes ofensas.
5 Hay un mal que he visto bajo el sol, como error que procede del gobernante:
6 la necedad colocada en muchos lugares elevados, mientras los ricos se sientan en lugares humildes.
7 He visto siervos a caballo y príncipes caminando como siervos sobre la tierra.
8 El que cava un hoyo cae en él, y al que abre brecha en un muro, lo muerde la serpiente.
9 El que saca piedras se lastima con ellas, y el que raja leños, peligra en ello.
10 Si el hierro está embotado y él no ha amolado su filo, entonces tiene que ejercer más fuerza; la sabiduría tiene la ventaja de impartir éxito.
11 Si la serpiente muerde antes de ser encantada, no hay ganancia para el encantador.
12 Llenas de gracia son las palabras de la boca del sabio, mientras que los labios del necio a él consumen.
13 El comienzo de las palabras de su boca es insensatez, y el final de su habla perversa locura.
14 El necio multiplica las palabras, pero nadie sabe lo que sucederá, ¿y quién le hará saber lo que ha de suceder después de él?
15 El trabajo del necio lo cansa tanto que no sabe ir a la ciudad.
16 ¡Ay de ti, tierra, cuyo rey es un muchacho, y cuyos príncipes banquetean de mañana!
17 Bienaventurada tú, tierra, cuyo rey es de noble cuna y cuyos príncipes comen a su debida hora, para fortalecerse y no para embriagarse.
18 Por negligencia se hunde el techo, y por pereza tiene goteras la casa.
19 Para el placer se prepara la comida, y el vino alegra la vida, y el dinero es la respuesta para todo.
20 Ni aun en tu recámara maldigas al rey, ni en tus alcobas maldigas al rico, porque un ave de los cielos llevará el rumor, y un ser alado hará conocer el asunto.
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Eclesiastés 11

1 Echa tu pan sobre las aguas, que después de muchos días lo hallarás.
2 Reparte tu porción con siete, o aun con ocho, porque no sabes qué mal puede venir sobre la tierra.
3 Si las nubes están llenas, derraman lluvia sobre la tierra; y caiga el árbol al sur o al norte, donde cae el árbol allí se queda.
4 El que observa el viento no siembra, y el que mira las nubes no siega.
5 Como no sabes cuál es el camino del viento, o cómo se forman los huesos en el vientre de la mujer encinta, tampoco conoces la obra de Dios que hace todas las cosas.
6 De mañana siembra tu simiente y a la tarde no des reposo a tu mano, porque no sabes si esto o aquello prosperará, o si ambas cosas serán igualmente buenas.
7 Agradable es la luz, y bueno para los ojos ver el sol.
8 Ciertamente, si un hombre vive muchos años, que en todos ellos se regocije, pero recuerde que los días de tinieblas serán muchos. Todo lo por venir es vanidad.
9 Alégrate, joven, en tu mocedad, y tome placer tu corazón en los días de tu juventud. Sigue los impulsos de tu corazón y el gusto de tus ojos; mas sabe que por todas estas cosas, Dios te traerá a juicio.
10 Por tanto, aparta de tu corazón la congoja y aleja el sufrimiento de tu cuerpo, porque la mocedad y la primavera de la vida son vanidad.
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Eclesiastés 12

1 Acuérdate, pues, de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y se acerquen los años en que digas: No tengo en ellos placer;
2 antes que se oscurezcan el sol y la luz, la luna y las estrellas, y las nubes vuelvan tras la lluvia;
3 el día cuando tiemblen los guardas de la casa y los fuertes se encorven, los que muelen estén ociosos porque son pocos, y se nublen los que miran por las ventanas;
4 cuando se cierren las puertas de la calle por ser bajo el sonido del molino, y se levante uno al canto del ave, y todas las hijas del canto sean abatidas;
5 cuando también teman a la altura y a los terrores en el camino, y florezca el almendro, se arrastre la langosta y la alcaparra pierda su efecto ; porque el hombre va a su morada eterna mientras los del duelo andan por la calle.
6 Acuérdate de El antes que se rompa el hilo de plata, se quiebre el cuenco de oro, se rompa el cántaro junto a la fuente, y se haga pedazos la rueda junto al pozo;
7 entonces volverá el polvo a la tierra como lo que era, y el espíritu volverá a Dios que lo dio.
8 Vanidad de vanidades, dice el Predicador, todo es vanidad.
9 El Predicador, además de ser sabio, enseñó también sabiduría al pueblo; y ponderó, investigó y compuso muchos proverbios.
10 El Predicador trató de encontrar palabras agradables, y de escribir correctamente palabras de verdad.
11 Las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos bien clavados las de los maestros de colecciones, dadas por un Pastor.
12 Pero además de esto, hijo mío, estate prevenido: el hacer muchos libros no tiene fin, y demasiada dedicación a ellos es fatiga del cuerpo.
13 La conclusión, cuando todo se ha oído, es ésta: teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto concierne a toda persona.
14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo.
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