Eclesiastés 10; Eclesiastés 11; Eclesiastés 12; Gálatas 1

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Eclesiastés 10

1 Las moscas muertas hacen que el unguento del perfumista dé mal olor; un poco de insensatez pesa más que la sabiduría y el honor.
2 El corazón del sabio lo guía hacia la derecha, y el corazón del necio, hacia la izquierda.
3 Aun cuando el necio ande por el camino, le falta entendimiento y demuestra a todos que es un necio.
4 Si la ira del gobernante se levanta contra ti, no abandones tu puesto, porque la serenidad suaviza grandes ofensas.
5 Hay un mal que he visto bajo el sol, como error que procede del gobernante:
6 la necedad colocada en muchos lugares elevados, mientras los ricos se sientan en lugares humildes.
7 He visto siervos a caballo y príncipes caminando como siervos sobre la tierra.
8 El que cava un hoyo cae en él, y al que abre brecha en un muro, lo muerde la serpiente.
9 El que saca piedras se lastima con ellas, y el que raja leños, peligra en ello.
10 Si el hierro está embotado y él no ha amolado su filo, entonces tiene que ejercer más fuerza; la sabiduría tiene la ventaja de impartir éxito.
11 Si la serpiente muerde antes de ser encantada, no hay ganancia para el encantador.
12 Llenas de gracia son las palabras de la boca del sabio, mientras que los labios del necio a él consumen.
13 El comienzo de las palabras de su boca es insensatez, y el final de su habla perversa locura.
14 El necio multiplica las palabras, pero nadie sabe lo que sucederá, ¿y quién le hará saber lo que ha de suceder después de él?
15 El trabajo del necio lo cansa tanto que no sabe ir a la ciudad.
16 ¡Ay de ti, tierra, cuyo rey es un muchacho, y cuyos príncipes banquetean de mañana!
17 Bienaventurada tú, tierra, cuyo rey es de noble cuna y cuyos príncipes comen a su debida hora, para fortalecerse y no para embriagarse.
18 Por negligencia se hunde el techo, y por pereza tiene goteras la casa.
19 Para el placer se prepara la comida, y el vino alegra la vida, y el dinero es la respuesta para todo.
20 Ni aun en tu recámara maldigas al rey, ni en tus alcobas maldigas al rico, porque un ave de los cielos llevará el rumor, y un ser alado hará conocer el asunto.
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Eclesiastés 11

1 Echa tu pan sobre las aguas, que después de muchos días lo hallarás.
2 Reparte tu porción con siete, o aun con ocho, porque no sabes qué mal puede venir sobre la tierra.
3 Si las nubes están llenas, derraman lluvia sobre la tierra; y caiga el árbol al sur o al norte, donde cae el árbol allí se queda.
4 El que observa el viento no siembra, y el que mira las nubes no siega.
5 Como no sabes cuál es el camino del viento, o cómo se forman los huesos en el vientre de la mujer encinta, tampoco conoces la obra de Dios que hace todas las cosas.
6 De mañana siembra tu simiente y a la tarde no des reposo a tu mano, porque no sabes si esto o aquello prosperará, o si ambas cosas serán igualmente buenas.
7 Agradable es la luz, y bueno para los ojos ver el sol.
8 Ciertamente, si un hombre vive muchos años, que en todos ellos se regocije, pero recuerde que los días de tinieblas serán muchos. Todo lo por venir es vanidad.
9 Alégrate, joven, en tu mocedad, y tome placer tu corazón en los días de tu juventud. Sigue los impulsos de tu corazón y el gusto de tus ojos; mas sabe que por todas estas cosas, Dios te traerá a juicio.
10 Por tanto, aparta de tu corazón la congoja y aleja el sufrimiento de tu cuerpo, porque la mocedad y la primavera de la vida son vanidad.
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Eclesiastés 12

1 Acuérdate, pues, de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y se acerquen los años en que digas: No tengo en ellos placer;
2 antes que se oscurezcan el sol y la luz, la luna y las estrellas, y las nubes vuelvan tras la lluvia;
3 el día cuando tiemblen los guardas de la casa y los fuertes se encorven, los que muelen estén ociosos porque son pocos, y se nublen los que miran por las ventanas;
4 cuando se cierren las puertas de la calle por ser bajo el sonido del molino, y se levante uno al canto del ave, y todas las hijas del canto sean abatidas;
5 cuando también teman a la altura y a los terrores en el camino, y florezca el almendro, se arrastre la langosta y la alcaparra pierda su efecto ; porque el hombre va a su morada eterna mientras los del duelo andan por la calle.
6 Acuérdate de El antes que se rompa el hilo de plata, se quiebre el cuenco de oro, se rompa el cántaro junto a la fuente, y se haga pedazos la rueda junto al pozo;
7 entonces volverá el polvo a la tierra como lo que era, y el espíritu volverá a Dios que lo dio.
8 Vanidad de vanidades, dice el Predicador, todo es vanidad.
9 El Predicador, además de ser sabio, enseñó también sabiduría al pueblo; y ponderó, investigó y compuso muchos proverbios.
10 El Predicador trató de encontrar palabras agradables, y de escribir correctamente palabras de verdad.
11 Las palabras de los sabios son como aguijones, y como clavos bien clavados las de los maestros de colecciones, dadas por un Pastor.
12 Pero además de esto, hijo mío, estate prevenido: el hacer muchos libros no tiene fin, y demasiada dedicación a ellos es fatiga del cuerpo.
13 La conclusión, cuando todo se ha oído, es ésta: teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto concierne a toda persona.
14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, junto con todo lo oculto, sea bueno o sea malo.
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Gálatas 1

1 Pablo, apóstol (no de parte de hombres ni mediante hombre alguno, sino por medio de Jesucristo y de Dios el Padre que le resucitó de entre los muertos),
2 y todos los hermanos que están conmigo: A las iglesias de Galacia:
3 Gracia a vosotros y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo,
4 que se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,
5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
6 Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente;
7 que en realidad no es otro evangelio, sólo que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
8 Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema.
9 Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguno os anuncia un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema.
10 Porque ¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo.
11 Pues quiero que sepáis, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según el hombre.
12 Pues ni lo recibí de hombre, ni me fue enseñado, sino que lo recibí por medio de una revelación de Jesucristo.
13 Porque vosotros habéis oído acerca de mi antigua manera de vivir en el judaísmo, de cuán desmedidamente perseguía yo a la iglesia de Dios y trataba de destruirla,
14 y cómo yo aventajaba en el judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, mostrando mucho más celo por las tradiciones de mis antepasados.
15 Pero cuando Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien
16 revelar a su Hijo en mí para que yo le anunciara entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre,
17 ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y regresé otra vez a Damasco.
18 Entonces, tres años después, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y estuve con él quince días.
19 Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo , el hermano del Señor.
20 (En lo que os escribo, os aseguro delante de Dios que no miento.)
21 Después fui a las regiones de Siria y Cilicia.
22 Pero todavía no era conocido en persona en las iglesias de Judea que eran en Cristo;
23 sino que sólo oían decir: El que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en un tiempo quería destruir.
24 Y glorificaban a Dios por causa de mí.
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