Mateo 27:40-60

40 «¡Pero mírate ahora! —le gritaban—. Dijiste que ibas a destruir el templo y a reconstruirlo en tres días. Muy bien, si eres el Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz».
41 Los principales sacerdotes, los maestros de la ley religiosa y los ancianos también se burlaban de Jesús.
42 «Salvó a otros —se mofaban—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo! Con que es el Rey de Israel, ¿no? ¡Que baje de la cruz ahora mismo y creeremos en él!
43 Confió en Dios, entonces, ¡que Dios lo rescate ahora si lo quiere! Pues dijo: “Soy el Hijo de Dios”».
44 Hasta los revolucionarios que estaban crucificados con Jesús se burlaban de él de la misma manera.
45 Muerte de Jesús
Al mediodía, la tierra se llenó de oscuridad hasta las tres de la tarde.
46 A eso de las tres de la tarde, Jesús clamó en voz fuerte:
que significa
47 Algunos que pasaban por allí entendieron mal y pensaron que estaba llamando al profeta Elías.
48 Uno de ellos corrió y empapó una esponja en vino agrio, la puso sobre una caña de junco y la levantó para que pudiera beber.
49 Pero los demás dijeron: «¡Espera! A ver si Elías viene a salvarlo»
.
50 Entonces Jesús volvió a gritar y entregó su espíritu.
51 En ese momento, la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba a abajo. La tierra tembló, las rocas se partieron en dos,
52 y las tumbas se abrieron. Los cuerpos de muchos hombres y mujeres justos que habían muerto resucitaron.
53 Salieron del cementerio luego de la resurrección de Jesús, entraron en la santa ciudad de Jerusalén y se aparecieron a mucha gente.
54 El oficial romano
y los otros soldados que estaban en la crucifixión quedaron aterrorizados por el terremoto y por todo lo que había sucedido. Dijeron: «¡Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios!».
55 Muchas mujeres que habían llegado desde Galilea con Jesús para cuidar de él, miraban de lejos.
56 Entre ellas estaban María Magdalena, María (la madre de Santiago y José), y la madre de Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo.
57 Entierro de Jesús
Al acercarse la noche, José, un hombre rico de Arimatea que se había convertido en seguidor de Jesús,
58 fue a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato emitió una orden para que se lo entregaran.
59 José tomó el cuerpo y lo envolvió en un largo lienzo de lino limpio.
60 Lo colocó en una tumba nueva, su propia tumba que había sido tallada en la roca. Luego hizo rodar una gran piedra para tapar la entrada y se fue.
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