Salmos 13; Salmos 14; Salmos 15; Hechos 19:21-41

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Salmos 13

1 ¿Hasta cuándo, oh SEÑOR? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro?
2 ¿Hasta cuándo he de tomar consejo en mi alma, teniendo pesar en mi corazón todo el día? ¿Hasta cuándo mi enemigo se enaltecerá sobre mí?
3 Considera y respóndeme, oh SEÑOR, Dios mío; ilumina mis ojos, no sea que duerma el sueño de la muerte;
4 no sea que mi enemigo diga: Lo he vencido; y mis adversarios se regocijen cuando yo sea sacudido.
5 Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se regocijará en tu salvación.
6 Cantaré al SEÑOR, porque me ha colmado de bienes.
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Salmos 14

1 El necio ha dicho en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, han cometido hechos abominables; no hay quien haga el bien.
2 El SEÑOR ha mirado desde los cielos sobre los hijos de los hombres para ver si hay alguno que entienda, alguno que busque a Dios.
3 Todos se han desviado, a una se han corrompido; no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno.
4 ¿No tienen conocimiento todos los que hacen iniquidad, que devoran a mi pueblo como si comieran pan, y no invocan al SEÑOR?
5 Allí tiemblan de espanto, pues Dios está con la generación justa.
6 Del consejo del afligido os burlaríais, pero el SEÑOR es su refugio.
7 ¡Oh, si de Sion saliera la salvación de Israel! Cuando el SEÑOR restaure a su pueblo cautivo , se regocijará Jacob y se alegrará Israel.
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Salmos 15

1 SEÑOR, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu santo monte?
2 El que anda en integridad y obra justicia, que habla verdad en su corazón.
3 El que no calumnia con su lengua, no hace mal a su prójimo, ni toma reproche contra su amigo;
4 en cuyos ojos el perverso es menospreciado, pero honra a los que temen al SEÑOR; el que aun jurando en perjuicio propio, no cambia;
5 el que su dinero no da a interés , ni acepta soborno contra el inocente. El que hace estas cosas permanecerá firme.
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Hechos 19:21-41

21 Pasadas estas cosas, Pablo decidió en el espíritu ir a Jerusalén después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, debo visitar también Roma.
22 Y habiendo enviado a Macedonia a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, él se quedó en Asia por algún tiempo.
23 Por aquel tiempo se produjo un alboroto no pequeño por motivo del Camino.
24 Porque cierto platero que se llamaba Demetrio, que labraba templecillos de plata de Diana y producía no pocas ganancias a los artífices,
25 reunió a éstos junto con los obreros de oficios semejantes, y dijo: Compañeros, sabéis que nuestra prosperidad depende de este comercio.
26 Y veis y oís que no sólo en Efeso, sino en casi toda Asia, este Pablo ha persuadido a una gran cantidad de gente, y la ha apartado, diciendo que los dioses hechos con las manos no son dioses verdaderos.
27 Y no sólo corremos el peligro de que nuestro oficio caiga en descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Diana se considere sin valor, y que ella, a quien adora toda Asia y el mundo entero, sea despojada de su grandeza.
28 Cuando oyeron esto, se llenaron de ira, y gritaban, diciendo: ¡Grande es Diana de los efesios!
29 Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se precipitaron en el teatro, arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, los compañeros de viaje de Pablo, que eran de Macedonia.
30 Cuando Pablo quiso ir a la asamblea, los discípulos no se lo permitieron.
31 También algunos de los asiarcas , que eran amigos de Pablo, enviaron a él y repetidamente le rogaron que no se aventurara a presentarse en el teatro.
32 Así que unos gritaban una cosa y otros otra, porque había confusión en la asamblea, y la mayoría no sabía por qué razón se habían reunido.
33 Y algunos de la multitud dedujeron que se trataba de Alejandro, puesto que los judíos lo habían empujado hacia adelante. Entonces Alejandro, haciendo señal de silencio con la mano, quería hacer su defensa ante la asamblea.
34 Mas cuando se dieron cuenta de que era judío, un clamor se levantó de todos ellos, gritando como por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios!
35 Entonces el secretario , después de calmar a la multitud, dijo<***>: Ciudadanos de Efeso, ¿hay acaso algún hombre que no sepa que la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran Diana y de la imagen que descendió del cielo?
36 Puesto que estos hechos son innegables, debéis guardar calma y no hacer nada precipitadamente.
37 Porque habéis traído a estos hombres que ni roban templos, ni blasfeman a nuestra diosa.
38 Así pues, si Demetrio y los artífices que están con él tienen queja contra alguno, los tribunales están abiertos y los procónsules dispuestos; presenten sus acusaciones unos contra otros.
39 Pero si demandáis algo más que esto, se decidirá en asamblea legítima.
40 Porque ciertamente corremos peligro de ser acusados de sedición en relación con lo acontecido hoy, ya que no existe causa justificada para esto, y por ello no podremos explicar este alboroto.
41 Y habiendo dicho esto, despidió la asamblea.
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