Salmos 29; Salmos 30; Hechos 23:1-15

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Salmos 29

1 Tributad al SEÑOR, oh hijos de los poderosos, tributad al SEÑOR gloria y poder.
2 Tributad al SEÑOR la gloria debida a su nombre; adorad al SEÑOR en la majestad de la santidad.
3 Voz del SEÑOR sobre las aguas. El Dios de gloria truena, el SEÑOR está sobre las muchas aguas.
4 La voz del SEÑOR es poderosa, la voz del SEÑOR es majestuosa.
5 La voz del SEÑOR rompe los cedros; sí, el SEÑOR hace pedazos los cedros del Líbano;
6 y como becerro hace saltar al Líbano; y al Sirión como cría de búfalo.
7 La voz del SEÑOR levanta llamas de fuego.
8 La voz del SEÑOR hace temblar el desierto; el SEÑOR hace temblar el desierto de Cades.
9 La voz del SEÑOR hace parir a las ciervas , y deja los bosques desnudos, y en su templo todo dice: ¡Gloria!
10 El SEÑOR se sentó como rey cuando el diluvio; sí, como rey se sienta el SEÑOR para siempre.
11 El SEÑOR dará fuerza a su pueblo; el SEÑOR bendecirá a su pueblo con paz. David.
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Salmos 30

1 Te ensalzaré, oh SEÑOR, porque me has elevado, y no has permitido que mis enemigos se rían de mí.
2 Oh SEÑOR, Dios mío, a ti pedí auxilio y me sanaste.
3 Oh SEÑOR, has sacado mi alma del Seol; me has guardado con vida, para que no descienda al sepulcro.
4 Cantad alabanzas al SEÑOR, vosotros sus santos, y alabad su santo nombre.
5 Porque su ira es sólo por un momento, pero su favor es por toda una vida; el llanto puede durar toda la noche, pero a la mañana vendrá el grito de alegría.
6 Y en mi prosperidad yo dije: Jamás seré conmovido.
7 Oh SEÑOR, con tu favor has hecho que mi monte permanezca fuerte; tú escondiste tu rostro, fui conturbado.
8 A ti, oh SEÑOR, clamé, y al Señor dirigí mi súplica:
9 ¿Qué provecho hay en mi sangre si desciendo al sepulcro? ¿Acaso te alabará el polvo? ¿Anunciará tu fidelidad?
10 Escucha, oh SEÑOR, y ten piedad de mí; oh SEÑOR, sé tú mi socorro.
11 Tú has cambiado mi lamento en danza; has desatado mi cilicio y me has ceñido de alegría;
12 para que mi alma te cante alabanzas y no esté callada. Oh SEÑOR, Dios mío, te alabaré por siempre.
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Hechos 23:1-15

1 Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Hermanos, hasta este día yo he vivido delante de Dios con una conciencia perfectamente limpia.
2 Y el sumo sacerdote Ananías ordenó a los que estaban junto a él, que lo golpearan en la boca.
3 Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Te sientas tú para juzgarme conforme a la ley, y violas la ley ordenando que me golpeen?
4 Los que estaban allí observando, dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias
5 Y Pablo dijo: No sabía, hermanos, que él era el sumo sacerdote; porque escrito está: NO HABLARAS MAL DE UNA DE LAS AUTORIDADES DE TU PUEBLO.
6 Entonces Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y otra fariseos, alzó la voz en el concilio: Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos; se me juzga a causa de la esperanza de la resurrección de los muertos.
7 Cuando dijo esto, se produjo un altercado entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió.
8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu, mas los fariseos creen todo esto.
9 Se produjo entonces un gran alboroto; y levantándose algunos de los escribas del grupo de los fariseos, discutían acaloradamente, diciendo: No encontramos nada malo en este hombre; pero ¿y si un espíritu o un ángel le ha hablado?
10 Y al surgir un gran altercado, el comandante tuvo temor de que Pablo fuera despedazado por ellos, y ordenó que las tropas descendieran, lo sacaran de entre ellos a la fuerza y lo llevaran al cuartel.
11 A la noche siguiente se le apareció el Señor y le dijo: Ten ánimo, porque como has testificado fielmente de mi causa en Jerusalén, así has de testificar también en Roma.
12 Cuando se hizo de día, los judíos tramaron una conspiración y se comprometieron bajo juramento, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubieran matado a Pablo.
13 Y los que tramaron esta conjura eran más de cuarenta,
14 los cuales fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos y dijeron: Nos hemos comprometido bajo solemne juramento a no probar nada hasta que hayamos matado a Pablo
15 Ahora pues, vosotros y el concilio, avisad al comandante para que lo haga comparecer ante vosotros, como si quisierais hacer una investigación más minuciosa para resolver su caso; nosotros por nuestra parte estamos listos para matarlo antes de que llegue.
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