Job 11; Job 12; Job 13; Hechos 9:1-21

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Job 11

1 Y RESPONDIO Sophar Naamathita, y dijo:
2 ¿Las muchas palabras no han de tener respuesta? ¿Y el hombre parlero será justificado?
3 ¿Harán tus falacias callar á los hombres? ¿Y harás escarnio, y no habrá quien te avergüence?
4 Tú dices: Mi conversar es puro, Y yo soy limpio delante de tus ojos.
5 Mas ¡oh quién diera que Dios hablara, Y abriera sus labios contigo,
6 Y que te declarara los arcanos de la sabiduría, Que son de doble valor que la hacienda! Conocerías entonces que Dios te ha castigado menos que tu iniquidad merece.
7 ¿Alcanzarás tú el rastro de Dios? ¿Llegarás tú á la perfección del Todopoderoso?
8 Es más alto que los cielos: ¿qué harás? Es más profundo que el infierno: ¿cómo lo conocerás?
9 Su dimensión es más larga que la tierra, Y más ancha que la mar.
10 Si cortare, ó encerrare, O juntare, ¿quién podrá contrarrestarle?
11 Porque él conoce á los hombres vanos: Ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?
12 El hombre vano se hará entendido, Aunque nazca como el pollino del asno montés.
13 Si tú apercibieres tu corazón, Y extendieres á él tus manos;
14 Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, Y no consintieres que more maldad en tus habitaciones;
15 Entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, Y serás fuerte y no temerás:
16 Y olvidarás tu trabajo, O te acordarás de él como de aguas que pasaron:
17 Y en mitad de la siesta se levantará bonanza; Resplandecerás, y serás como la mañana:
18 Y confiarás, que habrá esperanza; Y cavarás, y dormirás seguro:
19 Y te acostarás, y no habrá quien te espante: Y muchos te rogarán.
20 Mas los ojos de los malos se consumirán, Y no tendrán refugio; Y su esperanza será agonía del alma.
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Job 12

1 Y RESPONDIO Job, y dijo:
2 Ciertamente que vosotros sois el pueblo; Y con vosotros morirá la sabiduría.
3 También tengo yo seso como vosotros; No soy yo menos que vosotros: ¿Y quién habrá que no pueda decir otro tanto?
4 Yo soy uno de quien su amigo se mofa, Que invoca á Dios, y él le responde: Con todo, el justo y perfecto es escarnecido.
5 Aquel cuyos pies van á resbalar, Es como una lámpara despreciada de aquel que está á sus anchuras.
6 Prosperan las tiendas de los ladrones, Y los que provocan á Dios viven seguros; En cuyas manos él ha puesto cuanto tienen.
7 Y en efecto, pregunta ahora á las bestias, que ellas te enseñarán; Y á las aves de los cielos, que ellas te lo mostrarán;
8 O habla á la tierra, que ella te enseñará; Los peces de la mar te lo declararán también.
9 ¿Qué cosa de todas estas no entiende Que la mano de Jehová la hizo?
10 En su mano está el alma de todo viviente, Y el espíritu de toda carne humana.
11 Ciertamente el oído distingue las palabras, Y el paladar gusta las viandas.
12 En los viejos está la ciencia, Y en la larga edad la inteligencia.
13 Con Dios está la sabiduría y la fortaleza; Suyo es el consejo y la inteligencia.
14 He aquí, él derribará, y no será edificado: Encerrará al hombre, y no habrá quien le abra.
15 He aquí, el detendrá las aguas, y se secarán; El las enviará, y destruirán la tierra.
16 Con él está la fortaleza y la existencia; Suyo es el que yerra, y el que hace errar.
17 El hace andar á los consejeros desnudos de consejo, Y hace enloquecer á los jueces.
18 El suelta la atadura de los tiranos, Y ata el cinto á sus lomos.
19 El lleva despojados á los príncipes, Y trastorna á los poderosos.
20 El impide el labio á los que dicen verdad, Y quita á los ancianos el consejo.
21 El derrama menosprecio sobre los príncipes, Y enflaquece la fuerza de los esforzados.
22 El descubre las profundidades de las tinieblas, Y saca á luz la sombra de muerte.
23 El multiplica las gentes, y él las destruye: El esparce las gentes, y las torna á recoger.
24 El quita el seso de las cabezas del pueblo de la tierra, Y háceles que se pierdan vagueando sin camino:
25 Van á tientas como en tinieblas y sin luz, Y los hace errar como borrachos.
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Job 13

1 HE AQUI que todas estas cosas han visto mis ojos, Y oído y entendido de por sí mis oídos.
2 Como vosotros lo sabéis, lo sé yo; No soy menos que vosotros.
3 Mas yo hablaría con el Todopoderoso, Y querría razonar con Dios.
4 Que ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; Sois todos vosotros médicos nulos.
5 Ojalá callarais del todo, Porque os fuera sabiduría.
6 Oid ahora mi razonamiento, Y estad atentos á los argumentos de mis labios.
7 ¿Habéis de hablar iniquidad por Dios? ¿Habéis de hablar por él engaño?
8 ¿Habéis de hacer acepción de su persona? ¿Habéis de pleitear vosotros por Dios?
9 ¿Sería bueno que él os escudriñase? ¿Os burlaréis de él como quien se burla de algún hombre?
10 El os reprochará de seguro, Si solapadamente hacéis acepción de personas.
11 De cierto su alteza os había de espantar, Y su pavor había de caer sobre vosotros.
12 Vuestras memorias serán comparadas á la ceniza, Y vuestros cuerpos como cuerpos de lodo.
13 Escuchadme, y hablaré yo, Y véngame después lo que viniere.
14 ¿Por qué quitaré yo mi carne con mis dientes, Y pondré mi alma en mi mano?
15 He aquí, aunque me matare, en él esperaré; Empero defenderé delante de él mis caminos.
16 Y él mismo me será salud, Porque no entrará en su presencia el hipócrita.
17 Oid con atención mi razonamiento, Y mi denunciación con vuestros oídos.
18 He aquí ahora, si yo me apercibiere á juicio, Sé que seré justificado.
19 ¿Quién es el que pleiteará conmigo? Porque si ahora yo callara, fenecería.
20 A lo menos dos cosas no hagas conmigo; Entonces no me esconderé de tu rostro:
21 Aparta de mí tu mano, Y no me asombre tu terror.
22 Llama luego, y yo responderé; O yo hablaré, y respóndeme tú.
23 ¿Cuántas iniquidades y pecados tengo yo? Hazme entender mi prevaricación y mi pecado.
24 ¿Por qué escondes tu rostro, Y me cuentas por tu enemigo?
25 ¿A la hoja arrebatada has de quebrantar? ¿Y á una arista seca has de perseguir?
26 ¿Por qué escribes contra mí amarguras, Y me haces cargo de los pecados de mi mocedad?
27 Pones además mis pies en el cepo, y guardas todos mis caminos, Imprimiéndolo á las raíces de mis pies.
28 Y el cuerpo mío se va gastando como de carcoma, Como vestido que se come de polilla.
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Hechos 9:1-21

1 Y SAULO, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, vino al príncipe de los sacerdotes,
2 Y demandó de él letras para Damasco á las sinagogas, para que si hallase algunos hombres ó mujeres de esta secta, los trajese presos á Jerusalem.
3 Y yendo por el camino, aconteció que llegando cerca de Damasco, súbitamente le cercó un resplandor de luz del cielo;
4 Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
5 Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y él dijo: Yo soy Jesús á quien tú persigues: dura cosa te es dar coses contra el aguijón.
6 El, temblando y temeroso, dijo: ¿Señor, qué quieres que haga? Y el Señor le dice: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que te conviene hacer.
7 Y los hombres que iban con Saul, se pararon atónitos, oyendo á la verdad la voz, mas no viendo á nadie.
8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía á nadie: así que, llevándole por la mano, metiéronle en Damasco;
9 Donde estuvo tres días sin ver, y no comió, ni bebió.
10 Había entonces un discípulo en Damasco llamado Ananías, al cual el Señor dijo en visión: Ananías. Y él respondió: Heme aquí, Señor.
11 Y el Señor le dijo: Levántate, y ve á la calle que se llama la Derecha, y busca en casa de Judas á uno llamado Saulo, de Tarso: porque he aquí, él ora;
12 Y ha visto en visión un varón llamado Ananías, que entra y le pone la mano encima, para que reciba la vista.
13 Entonces Ananías respondió: Señor, he oído á muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho á tus santos en Jerusalem:
14 Y aun aquí tiene facultad de los príncipes de los sacerdotes de prender á todos los que invocan tu nombre.
15 Y le dijo el Señor: Ve: porque instrumento escogido me es éste, para que lleve mi nombre en presencia de los Gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel:
16 Porque yo le mostraré cuánto le sea menester que padezca por mi nombre.
17 Ananías entonces fué, y entró en la casa, y poniéndole las manos encima, dijo: Saulo hermano, el Señor Jesús, que te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno de Espíritu Santo.
18 Y luego le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al punto la vista: y levantándose, fué bautizado.
19 Y como comió, fué confortado. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.
20 Y luego en las sinagogas predicaba á Cristo, diciendo que éste era el Hijo de Dios.
21 Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalem á los que invocaban este nombre, y á eso vino acá, para llevarlos presos á los príncipes de los sacerdotes?
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