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Salmos 46; Salmos 47; Salmos 48; Hechos 28
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Salmos 46
1
DIOS es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
2
Por tanto no temeremos aunque la tierra sea removida; Aunque se traspasen los montes al corazón de la mar.
3
Bramarán, turbaránse sus aguas; Temblarán los montes á causa de su braveza. (Selah.)
4
Del río sus conductos alegrarán la ciudad de Dios, El santuario de las tiendas del Altísimo.
5
Dios está en medio de ella; no será conmovida: Dios la ayudará al clarear la mañana.
6
Bramaron las gentes, titubearon los reinos; Dió él su voz, derritióse la tierra.
7
Jehová de los ejércitos es con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. (Selah.)
8
Venid, ved las obras de Jehová, Que ha puesto asolamientos en la tierra.
9
Que hace cesar las guerras hasta los fines de la tierra: Que quiebra el arco, corta la lanza, Y quema los carros en el fuego.
10
Estad quietos, y conoced que yo soy Dios: Ensalzado he de ser entre las gentes, ensalzado seré en la tierra.
11
Jehová de los ejércitos es con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. (Selah.)
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Salmos 47
1
PUEBLOS todos, batid las manos; Aclamad á Dios con voz de júbilo.
2
Porque Jehová el Altísimo es terrible; Rey grande sobre toda la tierra.
3
El sujetará á los pueblos debajo de nosotros, Y á las gentes debajo de nuestros pies.
4
El nos elegirá nuestras heredades; La hermosura de Jacob, al cual amó. (Selah.)
5
Subió Dios con júbilo, Jehová con sonido de trompeta.
6
Cantad á Dios, cantad: Cantad á nuestro Rey, cantad.
7
Porque Dios es el Rey de toda la tierra: Cantad con inteligencia.
8
Reinó Dios sobre las gentes: Asentóse Dios sobre su santo trono.
9
Los príncipes de los pueblos se juntaron Al pueblo del Dios de Abraham: Porque de Dios son los escudos de la tierra; El es muy ensalzado.
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Salmos 48
1
GRANDE es Jehová y digno de ser en gran manera alabado, En la ciudad de nuestro Dios, en el monte de su santuario.
2
Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra Es el monte de Sión, á los lados del aquilón, La ciudad del gran Rey.
3
Dios en sus palacios es conocido por refugio.
4
Porque he aquí los reyes de la tierra se reunieron; Pasaron todos.
5
Y viéndola ellos así, maravilláronse, Se turbaron, diéronse priesa á huir.
6
Tomólos allí temblor; Dolor, como á mujer que pare.
7
Con viento solano Quiebras tú las naves de Tharsis.
8
Como lo oímos, así hemos visto En la ciudad de Jehová de los ejércitos, en la ciudad de nuestro Dios: Afirmarála Dios para siempre. (Selah.)
9
Esperamos tu misericordia, oh Dios, En medio de tu templo.
10
Conforme á tu nombre, oh Dios, Así es tu loor hasta los fines de la tierra: De justicia está llena tu diestra.
11
Alegraráse el monte de Sión; Se gozarán las hijas de Judá Por tus juicios.
12
Andad alrededor de Sión, y rodeadla: Contad sus torres.
13
Poned vuestro corazón á su antemuro, Mirad sus palacios; Para que lo contéis á la generación venidera.
14
Porque este Dios es Dios nuestro eternalmente y para siempre: El nos capitaneará hasta la muerte.
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Hechos 28
1
Y CUANDO escapamos, entonces supimos que la isla se llamaba Melita.
2
Y los bárbaros nos mostraron no poca humanidad; porque, encendido un fuego, nos recibieron á todos, á causa de la lluvia que venía, y del frío.
3
Entonces habiendo Pablo recogido algunos sarmientos, y puéstolos en el fuego, una víbora, huyendo del calor, le acometió á la mano.
4
Y como los bárbaros vieron la víbora colgando de su mano, decían los unos á los otros: Ciertamente este hombre es homicida, á quien, escapado de la mar, la justicia no deja vivir.
5
Mas él, sacudiendo la víbora en el fuego, ningún mal padeció.
6
Empero ellos estaban esperando cuándo se había de hinchar, ó caer muerto de repente; mas habiendo esperado mucho, y viendo que ningún mal le venía, mudados, decían que era un dios.
7
En aquellos lugares había heredades del principal de la isla, llamado Publio, el cual nos recibió y hospedó tres días humanamente.
8
Y aconteció que el padre de Publio estaba en cama, enfermo de fiebres y de disentería: al cual Pablo entró, y después de haber orado, le puso las manos encima, y le sanó:
9
Y esto hecho, también otros que en la isla tenían enfermedades, llegaban, y eran sanados:
10
Los cuales también nos honraron con muchos obsequios; y cuando partimos, nos cargaron de las cosas necesarias.
11
Así que, pasados tres meses, navegamos en una nave Alejandrina que había invernado en la isla, la cual tenía por enseña á Cástor y Pólux.
12
Y llegados á Siracusa, estuvimos allí tres días.
13
De allí, costeando alrededor, vinimos á Regio; y otro día después, soplando el austro, vinimos al segundo día á Puteolos:
14
Donde habiendo hallado hermanos, nos rogaron que quedásemos con ellos siete días; y luego vinimos á Roma;
15
De donde, oyendo de nosotros los hermanos, nos salieron á recibir hasta la plaza de Appio, y Las Tres Tabernas: á los cuales como Pablo vió, dió gracias á Dios, y tomó aliento.
16
Y como llegamos á Roma, el centurión entregó los presos al prefecto de los ejércitos, mas á Pablo fué permitido estar por sí, con un soldado que le guardase.
17
Y aconteció que tres días después, Pablo convocó á los principales de los Judíos; á los cuales, luego que estuvieron juntos, les dijo: Yo, varones hermanos, no habiendo hecho nada contra el pueblo, ni contra los ritos de la patria, he sido entregado preso desde Jerusalem en manos de los Romanos;
18
Los cuales, habiéndome examinado, me querían soltar; por no haber en mí ninguna causa de muerte.
19
Mas contradiciendo los Judíos, fuí forzado á apelar á César; no que tenga de qué acusar á mi nación.
20
Así que, por esta causa, os he llamado para veros y hablaros; porque por la esperanza de Israel estoy rodeado de esta cadena.
21
Entonces ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido cartas tocante á tí de Judea, ni ha venido alguno de los hermanos que haya denunciado ó hablado algún mal de ti.
22
Mas querríamos oir de ti lo que sientes; porque de esta secta notorio nos es que en todos lugares es contradicha.
23
Y habiéndole señalado un día, vinieron á él muchos á la posada, á los cuales declaraba y testificaba el reino de Dios, persuadiéndoles lo concerniente á Jesús, por la ley de Moisés y por los profetas, desde la mañana hasta la tarde.
24
Y algunos asentían á lo que se decía, mas algunos no creían.
25
Y como fueron entre sí discordes, se fueron, diciendo Pablo esta palabra: Bien ha hablado el Espíritu Santo por el profeta Isaías á nuestros padres,
26
Diciendo: Ve á este pueblo, y di les: De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis:
27
Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y de los oídos oyeron pesadamente, Y sus ojos taparon; Porque no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y entiendan de corazón, Y se conviertan, Y yo los sane.
28
Séaos pues notorio que á los Gentiles es enviada esta salud de Dios: y ellos oirán.
29
Y habiendo dicho esto, los Judíos salieron, teniendo entre sí gran contienda.
30
Pablo empero, quedó dos años enteros en su casa de alquiler, y recibía á todos los que á él venían,
31
Predicando el reino de Dios y enseñando lo que es del Señor Jesucristo con toda libertad, sin impedimento.
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