Salmos 31; Salmos 32; Hechos 23:16-35

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Salmos 31

1 En ti, oh SEÑOR, me refugio; jamás sea yo avergonzado; líbrame en tu justicia.
2 Inclina a mí tu oído, rescátame pronto; sé para mí roca fuerte, fortaleza para salvarme.
3 Porque tú eres mi roca y mi fortaleza, y por amor de tu nombre me conducirás y me guiarás.
4 Me sacarás de la red que en secreto me han tendido; porque tú eres mi refugio.
5 En tu mano encomiendo mi espíritu; tú me has redimido, oh SEÑOR, Dios de verdad.
6 Aborrezco a los que confían en ídolos vanos; mas yo confío en el SEÑOR.
7 Me gozaré y me alegraré en tu misericordia, porque tú has visto mi aflicción; has conocido las angustias de mi alma,
8 y no me has entregado en manos del enemigo; tú has puesto mis pies en lugar espacioso.
9 Ten piedad de mí, oh SEÑOR, porque estoy en angustia; se consumen de sufrir mis ojos, mi alma y mis entrañas.
10 Pues mi vida se gasta en tristeza, y mis años en suspiros; mis fuerzas se agotan a causa de mi iniquidad, y se ha consumido mi cuerpo .
11 A causa de todos mis adversarios, he llegado a ser objeto de oprobio, especialmente para mis vecinos, y causa de espanto para mis conocidos; los que me ven en la calle huyen de mí.
12 Como un muerto soy olvidado, sin ser recordado, soy semejante a un vaso roto.
13 Porque he oído la calumnia de muchos, el terror está por todas partes; mientras traman juntos contra mí, planean quitarme la vida.
14 Pero yo, oh SEÑOR, en ti confío; digo: Tú eres mi Dios.
15 En tu mano están mis años ; líbrame de la mano de mis enemigos, y de los que me persiguen.
16 Haz resplandecer tu rostro sobre tu siervo; sálvame en tu misericordia.
17 Oh SEÑOR, no sea yo avergonzado, porque a ti clamo; sean avergonzados los impíos; que desciendan en silencio al Seol.
18 Enmudezcan los labios mentirosos, que arrogantes hablan contra el justo con soberbia y desprecio.
19 ¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has obrado para los que en ti se refugian, delante de los hijos de los hombres!
20 De las conspiraciones de los hombres tú los escondes en lo secreto de tu presencia; en un refugio los pondrás a cubierto de los enredos de las lenguas.
21 Bendito sea el SEÑOR, porque ha hecho maravillosa su misericordia para mí en ciudad asediada.
22 Y yo alarmado, decía: ¡Cortado soy de delante de tus ojos! Empero tú oíste la voz de mis súplicas cuando a ti clamaba.
23 ¡Amad al SEÑOR, todos sus santos! El SEÑOR preserva a los fieles, y retribuye plenamente a los que obran con soberbia.
24 Esforzaos, y aliéntese vuestro corazón, todos vosotros que esperáis en el SEÑOR.
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Salmos 32

1 ¡Cuán bienaventurado es aquel cuya transgresión es perdonada, cuyo pecado es cubierto!
2 ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el SEÑOR no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño!
3 Mientras callé mi pecado, mi cuerpo se consumió con mi gemir durante todo el día.
4 Porque día y noche tu mano pesaba sobre mí; mi vitalidad se desvanecía con el calor del verano. (Selah)
5 Te manifesté mi pecado, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones al SEÑOR; y tú perdonaste la culpa de mi pecado. (Selah)
6 Por eso, que todo santo ore a ti en el tiempo en que puedas ser hallado; ciertamente, en la inundación de muchas aguas, no llegarán éstas a él.
7 Tú eres mi escondedero; de la angustia me preservarás; con cánticos de liberación me rodearás. (Selah)
8 Yo te haré saber y te enseñaré el camino en que debes andar; te aconsejaré con mis ojos puestos en ti.
9 No seáis como el caballo o como el mulo, que no tienen entendimiento; cuyos arreos incluyen bocado y freno para sujetarlos, porque si no, no se acercan a ti.
10 Muchos son los dolores del impío, pero al que confía en el SEÑOR, la misericordia lo rodeará.
11 Alegraos en el SEÑOR y regocijaos, justos; dad voces de júbilo, todos los rectos de corazón.
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Hechos 23:16-35

16 Pero el hijo de la hermana de Pablo se enteró de la emboscada, y fue y entró al cuartel, y dio aviso a Pablo.
17 Y Pablo, llamando a uno de los centuriones, dijo: Lleva a este joven al comandante, porque tiene algo que informarle.
18 El entonces, tomándolo consigo, lo condujo al comandante, y le dijo<***>: Pablo, el preso, me llamó y me pidió que te trajera a este joven, pues tiene algo que decirte.
19 Y el comandante, tomándolo de la mano, y llevándolo aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que me tienes que informar
20 Y él respondió: Los judíos se han puesto de acuerdo en pedirte que mañana lleves a Pablo al concilio con el pretexto de hacer una indagación más a fondo sobre él.
21 Pero no les prestes atención, porque más de cuarenta hombres de ellos, que se han comprometido bajo juramento a no comer ni beber hasta que lo hayan matado, esperan emboscados; ya están listos esperando promesa de parte tuya
22 Entonces el comandante dejó ir al joven, encomendándole: No digas a nadie que me has informado de estas cosas.
23 Y llamando a dos de los centuriones, dijo: Preparad doscientos soldados para la hora tercera de la noche , con setenta jinetes y doscientos lanceros, para que vayan a Cesarea.
24 Debían preparar también cabalgaduras para Pablo, y llevarlo a salvo al gobernador Félix.
25 Y el comandante escribió una carta en estos términos:
26 Claudio Lisias, al excelentísimo gobernador Félix: Salud.
27 Cuando este hombre fue arrestado por los judíos, y estaba a punto de ser muerto por ellos, al saber que era romano, fui con las tropas y lo rescaté.
28 Y queriendo cerciorarme de la causa por la cual lo acusaban, lo llevé a su concilio
29 y hallé que lo acusaban sobre cuestiones de su ley, pero no de ningún cargo que mereciera muerte o prisión.
30 Cuando se me informó de que había una conjura en contra del hombre, te lo envié enseguida, instruyendo también a sus acusadores que presenten los cargos contra él delante de ti .
31 Así que los soldados, de acuerdo con las órdenes que tenían, tomaron a Pablo y lo llevaron de noche a Antípatris.
32 Y al día siguiente regresaron al cuartel dejando que los de a caballo siguieran con él,
33 los cuales, después de llegar a Cesarea y de entregar la carta al gobernador, le presentaron también a Pablo.
34 Cuando la leyó, preguntó de qué provincia era; y al enterarse de que era de Cilicia,
35 dijo: Te oiré cuando estén presentes también tus acusadores. Y mandó que lo guardaran en el Pretorio de Herodes.
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