Salmos 123; Salmos 12

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Salmos 123

1 Ati levanto mis ojos, ¡oh tú que reinas en los cielos!
2 He aquí, como los ojos de los siervos miran a la mano de su señor, como los ojos de la sierva a la mano de su señora, así nuestros ojos miran al SEÑOR nuestro Dios hasta que se apiade de nosotros.
3 Ten piedad de nosotros, oh SEÑOR, ten piedad de nosotros, porque muy hartos estamos de desprecio.
4 Harta en extremo está nuestra alma del escarnio de los que están en holgura, y del desprecio de los soberbios.
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Salmos 12

1 Salva, SEÑOR, porque el piadoso deja de ser; porque los fieles desaparecen de entre los hijos de los hombres.
2 Falsedad habla cada uno a su prójimo; hablan con labios lisonjeros y con doblez de corazón.
3 Corte el SEÑOR todo labio lisonjero, la lengua que habla con exageración;
4 a los que han dicho: Con nuestra lengua prevaleceremos, nuestros labios nos defienden; ¿quién es señor sobre nosotros?
5 Por la desolación del afligido, por los gemidos del menesteroso, me levantaré ahora, dice el SEÑOR; lo pondré en la seguridad que anhela.
6 Las palabras del SEÑOR son palabras puras, plata probada en un crisol en la tierra, siete veces refinada.
7 Tú, SEÑOR, los guardarás; de esta generación los preservarás para siempre.
8 En torno se pasean los impíos, cuando la vileza es exaltada entre los hijos de los hombres.
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