41
De esta manera también los príncipes de los sacerdotes, escarneciendo con los escribas y los ancianos, decían:
42
A otros salvó, a sí mismo no puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora del madero, y creeremos a él.
43
Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.
44
Lo mismo también le injuriaban los ladrones que estaban colgados en maderos con él.
45
Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.
46
Y cerca de la hora novena, Jesús exclamó con gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
47
Y algunos de los que estaban allí, oyéndolo, decían: A Elías llama éste.
48
Y luego, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le daba de beber.
49
Y los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a librarle.
50
Mas Jesús, habiendo otra vez exclamado con gran voz, dio el Espíritu.
51
Y he aquí, el velo del Templo se rompió en dos, de alto a bajo; y la tierra tembló, y las piedras se hendieron;