Job 25; Job 26; Job 27; Hechos 12

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Job 25

1 Y RESPONDIO Bildad Suhita, y dijo:
2 El señorío y el temor están con él: El hace paz en sus alturas.
3 ¿Tienen sus ejércitos número? ¿Y sobre quién no está su luz?
4 ¿Cómo pues se justificará el hombre con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer?
5 He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, Ni las estrellas son limpias delante de sus ojos.
6 ¿Cuánto menos el hombre que es un gusano, Y el hijo de hombre, también gusano?
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Job 26

1 Y RESPONDIO Job, y dijo:
2 ¿En qué ayudaste al que no tiene fuerza? ¿Has amparado al brazo sin fortaleza?
3 ¿En qué aconsejaste al que no tiene ciencia, Y mostraste bien sabiduría?
4 ¿A quién has anunciado palabras, Y cuyo es el espíritu que de ti sale?
5 Cosas inanimadas son formadas Debajo de las aguas, y los habitantes de ellas.
6 El sepulcro es descubierto delante de él, Y el infierno no tiene cobertura.
7 Extiende el alquilón sobre vacío, Cuelga la tierra sobre nada.
8 Ata las aguas en sus nubes, Y las nubes no se rompen debajo de ellas.
9 El restriñe la faz de su trono, Y sobre él extiende su nube.
10 El cercó con término la superficie de las aguas, Hasta el fin de la luz y las tinieblas.
11 Las columnas del cielo tiemblan, Y se espantan de su reprensión.
12 El rompe la mar con su poder, Y con su entendimiento hiere la hinchazón suya.
13 Su espíritu adornó los cielos; Su mano crió la serpiente tortuosa.
14 He aquí, estas son partes de sus caminos: ¡Mas cuán poco hemos oído de él! Porque el estruendo de sus fortalezas, ¿quién lo detendrá?
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Job 27

1 Y REASUMIO Job su discurso, y dijo:
2 Vive Dios, el cual ha apartado mi causa, Y el Omnipotente, que amargó el alma mía,
3 Que todo el tiempo que mi alma estuviere en mí, Y hubiere hálito de Dios en mis narices,
4 Mis labios no hablarán iniquidad, Ni mi lengua pronunciará engaño.
5 Nunca tal acontezca que yo os justifique: Hasta morir no quitaré de mí mi integridad.
6 Mi justicia tengo asida, y no la cederé: No me reprochará mi corazón en el tiempo de mi vida.
7 Sea como el impío mi enemigo, Y como el inicuo mi adversario.
8 Porque ¿cuál es la esperanza del hipócrita, por mucho que hubiere robado, Cuando Dios arrebatare su alma?
9 ¿Oirá Dios su clamor Cuando la tribulación sobre él viniere?
10 ¿Deleitaráse en el Omnipotente? ¿Invocará á Dios en todo tiempo?
11 Yo os enseñaré en orden á la mano de Dios: No esconderé lo que hay para con el Omnipotente.
12 He aquí que todos vosotros lo habéis visto: ¿Por qué pues os desvanecéis con fantasía?
13 Esta es para con Dios la suerte del hombre impío, Y la herencia que los violentos han de recibir del Omnipotente.
14 Si sus hijos fueren multiplicados, serán para el cuchillo; Y sus pequeños no se hartarán de pan;
15 Los que le quedaren, en muerte serán sepultados; Y no llorarán sus viudas.
16 Si amontonare plata como polvo, Y si preparare ropa como lodo;
17 Habrála él preparado, mas el justo se vestirá, Y el inocente repartirá la plata.
18 Edificó su casa como la polilla, Y cual cabaña que el guarda hizo.
19 El rico dormirá, mas no será recogido: Abrirá sus ojos, mas él no será.
20 Asirán de él terrores como aguas: Torbellino lo arrebatará de noche.
21 Lo antecogerá el solano, y partirá; Y tempestad lo arrebatará del lugar suyo.
22 Dios pues descargará sobre él, y no perdonará: Hará él por huir de su mano.
23 Batirán sus manos sobre él, Y desde su lugar le silbarán.
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Hechos 12

1 Y EN el mismo tiempo el rey Herodes echó mano á maltratar algunos de la iglesia.
2 Y mató á cuchillo á Jacobo, hermano de Juan.
3 Y viendo que había agradado á los Judíos, pasó adelante para prender también á Pedro. Eran entonces los días de los ázimos.
4 Y habiéndole preso, púsole en la cárcel, entregándole á cuatro cuaterniones de soldados que le guardasen; queriendo sacarle al pueblo después de la Pascua.
5 Así que, Pedro era guardado en la cárcel; y la iglesia hacía sin cesar oración á Dios por él.
6 Y cuando Herodes le había de sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, preso con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta, que guardaban la cárcel.
7 Y he aquí, el ángel del Señor sobrevino, y una luz resplandeció en la cárcel; é hiriendo á Pedro en el lado, le despertó, diciendo: Levántate prestamente. Y las cadenas se le cayeron de las manos.
8 Y le dijo el ángel: Cíñete, y átate tus sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Rodéate tu ropa, y sígueme.
9 Y saliendo, le seguía; y no sabía que era verdad lo que hacía el ángel, mas pensaba que veía visión.
10 Y como pasaron la primera y la segunda guardia, vinieron á la puerta de hierro que va á la ciudad, la cual se les abrió de suyo: y salidos, pasaron una calle; y luego el ángel se apartó de él.
11 Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha librado de la mano de Herodes, y de todo el pueblo de los Judíos que me esperaba.
12 Y habiendo considerado esto, llegó á casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban juntos orando.
13 Y tocando Pedro á la puerta del patio, salió una muchacha, para escuchar, llamada Rhode:
14 La cual como conoció la voz de Pedro, de gozo no abrió el postigo, sino corriendo adentro, dió nueva de que Pedro estaba al postigo.
15 Y ellos le dijeron: Estás loca. Mas ella afirmaba que así era. Entonces ellos decían: Su ángel es.
16 Mas Pedro perseveraba en llamar: y cuando abrieron, viéronle, y se espantaron.
17 Mas él haciéndoles con la mano señal de que callasen, les contó cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto á Jacobo y á los hermanos. Y salió, y partió á otro lugar.
18 Luego que fué de día, hubo no poco alboroto entre los soldados sobre qué se había hecho de Pedro.
19 Mas Herodes, como le buscó y no le halló, hecha inquisición de los guardas, los mandó llevar. Después descendiendo de Judea á Cesarea, se quedó allí.
20 Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y los de Sidón: mas ellos vinieron concordes á él, y sobornado Blasto, que era el camarero del rey, pedían paz; porque las tierras de ellos eran abastecidas por las del rey.
21 Y un día señalado, Herodes vestido de ropa real, se sentó en el tribunal, y arengóles.
22 Y el pueblo aclamaba: Voz de Dios, y no de hombre.
23 Y luego el ángel del Señor le hirió, por cuanto no dió la gloria á Dios; y espiró comido de gusanos.
24 Mas la palabra del Señor crecía y era multiplicada.
25 Y Bernabé y Saulo volvieron de Jerusalem cumplido su servicio, tomando también consigo á Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos.
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