Cantares 4; Cantares 5; Gálatas 3

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Cantares 4

1 HE aquí que tú eres hermosa, amiga mía, he aquí que tú eres hermosa; Tus ojos entre tus guedejas como de paloma; Tus cabellos como manada de cabras, Que se muestran desde el monte de Galaad.
2 Tus dientes, como manadas de trasquiladas ovejas, Que suben del lavadero, Todas con crías mellizas, Y ninguna entre ellas estéril.
3 Tus labios, como un hilo de grana, Y tu habla hermosa; Tus sienes, como cachos de granada á la parte adentro de tus guedejas.
4 Tu cuello, como la torre de David, edificada para muestra; Mil escudos están colgados de ella, Todos escudos de valientes.
5 Tus dos pechos, como dos cabritos mellizos de gama, Que son apacentados entre azucenas.
6 Hasta que apunte el día y huyan las sombras, Iréme al monte de la mirra, Y al collado del incienso.
7 Toda tú eres hermosa, amiga mía Y en ti no hay mancha.
8 Conmigo del Líbano, oh esposa, Conmigo ven del Líbano: Mira desde la cumbre de Amana, Desde la cumbre de Senir y de Hermón, Desde las guaridas de los leones, Desde los montes de los tigres.
9 Prendiste mi corazón, hermana, esposa mía; Has preso mi corazón con uno de tus ojos, Con una gargantilla de tu cuello.
10 ¡Cuán hermosos son tus amores, hermana, esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino tus amores, Y el olor de tus ungüentos que todas las especias aromáticas!
11 Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; Miel y leche hay debajo de tu lengua; Y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano.
12 Huerto cerrado eres, mi hermana, esposa mía; Fuente cerrada, fuente sellada.
13 Tus renuevos paraíso de granados, con frutos suaves, De cámphoras y nardos,
14 Nardo y azafrán, Caña aromática y canela, con todos los árboles de incienso; Mirra y áloes, con todas las principales especias.
15 Fuente de huertos, Pozo de aguas vivas, Que corren del Líbano.
16 Levántate, Aquilón, y ven, Austro: Sopla mi huerto, despréndanse sus aromas. Venga mi amado á su huerto, Y coma de su dulce fruta.
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Cantares 5

1 YO vine á mi huerto, oh hermana, esposa mía: Cogido he mi mirra y mis aromas; He comido mi panal y mi miel, Mi vino y mi leche he bebido. Comed, amigos; Babed, amados, y embriagaos.
2 Yo dormía, pero mi corazón velaba: La voz de mi amado que llamaba: Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía; Porque mi cabeza está llena de rocío, Mis cabellos de las gotas de la noche.
3 Heme desnudado mi ropa; ¿cómo la tengo de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los tengo de ensuciar?
4 Mi amado metió su mano por el agujero, Y mis entrañas se conmovieron dentro de mí.
5 Yo me levanté para abrir á mi amado, Y mis manos gotearon mirra, Y mis dedos mirra que corría Sobre las aldabas del candado.
6 Abrí yo á mi amado; Mas mi amado se había ido, había ya pasado: Y tras su hablar salió mi alma: Busquélo, y no lo hallé; Llamélo, y no me respondió.
7 Halláronme los guardas que rondan la ciudad: Hiriéronme, llagáronme, Quitáronme mi manto de encima los guardas de los muros.
8 Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalem, si hallareis á mi amado, Que le hagáis saber cómo de amor estoy enferma.
9 ¿Qué es tu amado más que otro amado, Oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿Qué es tu amado más que otro amado, Que así nos conjuras?
10 Mi amado es blanco y rubio, Señalado entre diez mil.
11 Su cabeza, como, oro finísimo; Sus cabellos crespos, negros como el cuervo.
12 Sus ojos, como palomas junto á los arroyos de las aguas, Que se lavan con leche, y a la perfección colocados.
13 Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores: Sus labios, como lirios que destilan mirra que trasciende.
14 Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos: Su vientre, como claro marfil cubierto de zafiros.
15 Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de fino oro: Su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros.
16 Su paladar, dulcísimo: y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, Oh doncellas de Jerusalem.
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Gálatas 3

1 ¡OH Gálatas insensatos! ¿quién os fascinó, para no obedecer á la verdad, ante cuyos ojos Jesucristo fué ya descrito como crucificado entre vosotros?
2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, ó por el oir de la fe?
3 ¿Tan necios sois? ¿habiendo comenzado por el Espíritu, ahora os perfeccionáis por la carne?
4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si empero en vano.
5 Aquel, pues, que os daba el Espíritu, y obraba maravillas entre vosotros ¿hacíalo por las obras de la ley, ó por el oir de la fe?
6 Como Abraham creyó á Dios, y le fué imputado á justicia.
7 Sabéis por tanto, que los que son de fe, los tales son hijos de Abraham.
8 Y viendo antes la Escritura que Dios por la fe había de justificar á los Gentiles, evangelizó antes á Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.
9 Luego los de la fe son benditos con el creyente Abraham.
10 Porque todos los que son de las obras de la ley, están bajo de maldición. Porque escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas.
11 Mas por cuanto por la ley ninguno se justifica para con Dios, queda manifiesto: Que el justo por la fe vivirá.
12 La ley también no es de la fe; sino, El hombre que los hiciere, vivirá en ellos.
13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición; (porque está escrito: Maldito cualquiera que es colgado en madero:)
14 Para que la bendición de Abraham fuese sobre los Gentiles en Cristo Jesús; para que por la fe recibamos la promesa del Espíritu.
15 Hermanos, hablo como hombre: Aunque un pacto sea de hombre, con todo, siendo confirmado, nadie lo cancela, ó le añade.
16 A Abraham fueron hechas las promesas, y á su simiente. No dice: Y á las simientes, como de muchos; sino como de uno: Y á tu simiente, la cual es Cristo.
17 Esto pues digo: Que el contrato confirmado de Dios para con Cristo, la ley que fué hecha cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.
18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa: empero Dios por la promesa hizo la donación á Abraham.
19 ¿Pues de qué sirve la ley? Fué puesta por causa de las rebeliones, hasta que viniese la simiente á quien fué hecha la promesa, ordenada aquélla por los ángeles en la mano de un mediador.
20 Y el mediador no es de uno, pero Dios es uno.
21 ¿Luego la ley es contra las promesas de Dios? En ninguna manera: porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley.
22 Mas encerró la Escritura todo bajo pecado, para que la promesa fuese dada á los creyentes por la fe de Jesucristo.
23 Empero antes que viniese la fe, estábamos guardados bajo la ley, encerrados para aquella fe que había de ser descubierta.
24 De manera que la ley nuestro ayo fué para llevarnos á Cristo, para que fuésemos justificados por la fe.
25 Mas venida la fe, ya no estamos bajo ayo;
26 Porque todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
27 Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis vestidos.
28 No hay Judío, ni Griego; no hay siervo, ni libre; no hay varón, ni hembra: porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
29 Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente la simiente de Abraham sois, y conforme á la promesa los herederos.
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