32 »Pero en cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre.
33
¡Estén alerta! ¡Vigilen![a] Porque ustedes no saben cuándo llegará ese momento.
34
Es como cuando un hombre sale de viaje y deja su casa al cuidado de sus siervos, cada uno con su tarea, y le manda al portero que vigile.
35
»Por lo tanto, manténganse despiertos, porque no saben cuándo volverá el dueño de la casa, si al atardecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer;
36
no sea que venga de repente y los encuentre dormidos.
37
Lo que les digo a ustedes, se lo digo a todos: ¡Manténganse despiertos!