Proverbios 8; Proverbios 9; 2 Corintios 3

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Proverbios 8

1 ¿NO clama la sabiduría, Y da su voz la inteligencia?
2 En los altos cabezos, junto al camino, A las encrucijadas de las veredas se para;
3 En el lugar de las puertas, á la entrada de la ciudad, A la entrada de las puertas da voces:
4 Oh hombres, á vosotros clamo; Y mi voz es á los hijos de los hombres.
5 Entended, simples, discreción; Y vosotros, locos, entrad en cordura.
6 Oid, porque hablaré cosas excelentes; Y abriré mis labios para cosas rectas.
7 Porque mi boca hablará verdad, Y la impiedad abominan mis labios.
8 En justicia son todas las razones de mi boca; No hay en ellas cosa perversa ni torcida.
9 Todas ellas son rectas al que entiende, Y razonables á los que han hallado sabiduría.
10 Recibid mi enseñanza, y no plata; Y ciencia antes que el oro escogido.
11 Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; Y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella.
12 Yo, la sabiduría, habito con la discreción, Y hallo la ciencia de los consejos.
13 El temor de Jehová es aborrecer el mal; La soberbia y la arrogancia, y el mal camino Y la boca perversa, aborrezco.
14 Conmigo está el consejo y el ser; Yo soy la inteligencia; mía es la fortaleza.
15 Por mí reinan los reyes, Y los príncipes determinan justicia.
16 Por mí dominan los príncipes, Y todos los gobernadores juzgan la tierra.
17 Yo amo á los que me aman; Y me hallan los que madrugando me buscan.
18 Las riquezas y la honra están conmigo; Sólidas riquezas, y justicia.
19 Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; Y mi rédito mejor que la plata escogida.
20 Por vereda de justicia guiaré, Por en medio de sendas de juicio;
21 Para hacer heredar á mis amigos el ser, Y que yo hincha sus tesoros.
22 Jehová me poseía en el principio de su camino, Ya de antiguo, antes de sus obras.
23 Eternalmente tuve el principado, desde el principio, Antes de la tierra.
24 Antes de los abismos fuí engendrada; Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas.
25 Antes que los montes fuesen fundados, Antes de los collados, era yo engendrada:
26 No había aún hecho la tierra, ni las campiñas, Ni el principio del polvo del mundo.
27 Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; Cuando señalaba por compás la sobrefaz del abismo;
28 Cuando afirmaba los cielos arriba, Cuando afirmaba las fuentes del abismo;
29 Cuando ponía á la mar su estatuto, Y á las aguas, que no pasasen su mandamiento; Cuando establecía los fundamentos de la tierra;
30 Con él estaba yo ordenándolo todo; Y fuí su delicia todos los días, Teniendo solaz delante de él en todo tiempo.
31 Huélgome en la parte habitable de su tierra; Y mis delicias son con los hijos de los hombres.
32 Ahora pues, hijos, oidme: Y bienaventurados los que guardaren mis caminos.
33 Atended el consejo, y sed sabios, Y no lo menospreciéis.
34 Bienaventurado el hombre que me oye, Velando á mis puertas cada día, Guardando los umbrales de mis entradas.
35 Porque el que me hallare, hallará la vida, Y alcanzará el favor de Jehová.
36 Mas el que peca contra mí, defrauda su alma: Todos los que me aborrecen, aman la muerte.
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Proverbios 9

1 LA sabiduría edificó su casa, Labró sus siete columnas;
2 Mató sus víctimas, templó su vino, Y puso su mesa.
3 Envió sus criadas; Sobre lo más alto de la ciudad clamó:
4 Cualquiera simple, venga acá. A los faltos de cordura dijo:
5 Venid, comed mi pan, Y bebed del vino que yo he templado.
6 Dejad las simplezas, y vivid; Y andad por el camino de la inteligencia.
7 El que corrige al escarnecedor, afrenta se acarrea: El que reprende al impío, se atrae mancha.
8 No reprendas al escarnecedor, porque no te aborrezca: Corrige al sabio, y te amará.
9 Da al sabio, y será más sabio: Enseña al justo, y acrecerá su saber.
10 El temor de Jehová es el principio de la sabiduría; Y la ciencia de los santos es inteligencia.
11 Porque por mí se aumentarán tus días, Y años de vida se te añadirán.
12 Si fueres sabio, para ti lo serás: Mas si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.
13 La mujer loca es alborotadora; Es simple é ignorante.
14 Siéntase en una silla á la puerta de su casa, En lo alto de la ciudad,
15 Para llamar á los que pasan por el camino, Que van por sus caminos derechos.
16 Cualquiera simple, dice, venga acá. A los faltos de cordura dijo:
17 Las aguas hurtadas son dulces, Y el pan comido en oculto es suave.
18 Y no saben que allí están los muertos; Que sus convidados están en los profundos de la sepultura.
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2 Corintios 3

1 ¿COMENZAMOS otra vez á alabarnos á nosotros mismos? ¿ó tenemos necesidad, como algunos, de letras de recomendación para vosotros, ó de recomendación de vosotros?
2 Nuestras letras sois vosotros, escritas en nuestros corazones, sabidas y leídas de todos los hombres;
3 Siendo manifiesto que sois letra de Cristo administrada de nosotros, escrita no con tinta, mas con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.
4 Y tal confianza tenemos por Cristo para con Dios:
5 No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios;
6 El cual asimismo nos hizo ministros suficientes de un nuevo pacto: no de la letra, mas del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
7 Y si el ministerio de muerte en la letra grabado en piedras, fué con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudiesen poner los ojos en la faz de Moisés á causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,
8 ¿Cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?
9 Porque si el ministerio de condenación fué con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justicia.
10 Porque aun lo que fué glorioso, no es glorioso en esta parte, en comparación de la excelente gloria.
11 Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más será en gloria lo que permanece.
12 Así que, teniendo tal esperanza, hablamos con mucha confianza;
13 Y no como Moisés, que ponía un velo sobre su faz, para que los hijos de Israel no pusiesen los ojos en el fin de lo que había de ser abolido.
14 Empero los sentidos de ellos se embotaron; porque hasta el día de hoy les queda el mismo velo no descubierto en la lección del antiguo testamento, el cual por Cristo es quitado.
15 Y aun hasta el día de hoy, cuando Moisés es leído, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.
16 Mas cuando se convirtieren al Señor, el velo se quitará.
17 Porque el Señor es el Espíritu; y donde hay el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
18 Por tanto, nosotros todos, mirando á cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma semejanza, como por el Espíritu del Señor.
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