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Mateo 8; Mateo 9
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Mateo 8
1
Y cuando bajó del monte, grandes multitudes le seguían.
2
Y he aquí, se le acercó un leproso y se postró ante El, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
3
Y extendiendo Jesús la mano, lo tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante quedó limpio de su lepra.
4
Entonces Jesús le dijo<***>: Mira, no se lo digas a nadie, sino ve, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio a ellos.
5
Y cuando entró Jesús en Capernaúm se le acercó un centurión suplicándole,
6
y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, sufriendo mucho.
7
Y Jesús le dijo<***>: Yo iré y lo sanaré.
8
Pero el centurión respondió y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; mas solamente di la palabra y mi criado quedará sano.
9
Porque yo también soy hombre bajo autoridad, con soldados a mis órdenes; y digo a éste: "Ve", y va; y al otro: "Ven", y viene; y a mi siervo: "Haz esto", y lo hace.
10
Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que le seguían: En verdad os digo que en Israel no he hallado en nadie una fe tan grande.
11
Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.
12
Pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.
13
Entonces Jesús dijo al centurión: Vete; así como has creído, te sea hecho. Y el criado fue sanado en esa misma hora.
14
Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste que yacía en cama con fiebre.
15
Le tocó la mano, y la fiebre la dejó; y ella se levantó y le servía.
16
Y al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; y expulsó a los espíritus con su palabra, y sanó a todos los que estaban enfermos,
17
para que se cumpliera lo que fue dicho por medio del profeta Isaías cuando dijo: EL MISMO TOMO NUESTRAS FLAQUEZAS Y LLEVO NUESTRAS ENFERMEDADES.
18
Viendo Jesús una multitud a su alrededor, dio orden de pasar al otro lado.
19
Y un escriba se le acercó y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.
20
Y Jesús le dijo<***>: Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
21
Otro de los discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre.
22
Pero Jesús le dijo<***>: Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.
23
Cuando entró Jesús en la barca, sus discípulos le siguieron.
24
Y de pronto se desató una gran tormenta en el mar, de modo que las olas cubrían la barca; pero Jesús estaba dormido.
25
Y llegándose a El, le despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos!
26
Y El les dijo<***>: ¿Por qué estáis amedrentados, hombres de poca fe? Entonces se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.
27
Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Quién es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?
28
Cuando llegó al otro lado, a la tierra de los gadarenos, le salieron al encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, violentos en extremo, de manera que nadie podía pasar por aquel camino.
29
Y gritaron, diciendo: ¿Qué tenemos que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes del tiempo?
30
A cierta distancia de ellos había una piara de muchos cerdos paciendo;
31
y los demonios le rogaban, diciendo: Si vas a echarnos fuera, mándanos a la piara de cerdos.
32
Entonces El les dijo: ¡Id! Y ellos salieron y entraron en los cerdos; y he aquí que la piara entera se precipitó por un despeñadero al mar, y perecieron en las aguas.
33
Los que cuidaban la piara huyeron; y fueron a la ciudad y lo contaron todo, incluso lo de los endemoniados.
34
Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de su comarca.
La Biblia de las Américas Derechos de Autor © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, All rights reserved. For Permission to Quote Information, visit http://www.lockman.org.
Mateo 9
1
Y subiendo Jesús en una barca, pasó al otro lado y llegó a su ciudad.
2
Y le trajeron un paralítico echado en una camilla; y Jesús, viendo la fe de ellos, dijo al paralítico: Anímate, hijo, tus pecados te son perdonados.
3
Y algunos de los escribas decían para sí: Este blasfema.
4
Y Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
5
Porque, ¿qué es más fácil, decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate, y anda"?
6
Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados (entonces dijo<***> al paralítico): Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
7
Y él levantándose, se fue a su casa.
8
Pero cuando las multitudes vieron esto, sintieron temor, y glorificaron a Dios, que había dado tal poder a los hombres.
9
Cuando Jesús se fue de allí, vio a un hombre llamado Mateo, sentado en la oficina de los tributos, y le dijo<***>: ¡Sígueme! Y levantándose, le siguió.
10
Y sucedió que estando El sentado a la mesa en la casa, he aquí, muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y se sentaron a la mesa con Jesús y sus discípulos.
11
Y cuando vieron esto, los fariseos dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los recaudadores de impuestos y pecadores?
12
Al oír El esto, dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos.
13
Mas id, y aprended lo que significa: "MISERICORDIA QUIERO Y NO SACRIFICIO"; porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
14
Entonces se le acercaron<***> los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, pero tus discípulos no ayunan?
15
Y Jesús les dijo: ¿Acaso los acompañantes del novio pueden estar de luto mientras el novio está con ellos? Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán.
16
Y nadie pone un remiendo de tela nueva en un vestido viejo; porque el remiendo al encogerse tira del vestido y se produce una rotura peor.
17
Y nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque entonces los odres se revientan, el vino se derrama y los odres se pierden; sino que se echa vino nuevo en odres nuevos, y ambos se conservan.
18
Mientras les decía estas cosas, he aquí, vino un oficial de la sinagoga y se postró delante de El, diciendo: Mi hija acaba de morir; pero ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.
19
Y levantándose Jesús, lo siguió, y también sus discípulos.
20
Y he aquí, una mujer que había estado sufriendo de flujo de sangre por doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;
21
pues decía para sí: Si tan sólo toco su manto, sanaré.
22
Pero Jesús, volviéndose y viéndola, dijo: Hija, ten ánimo, tu fe te ha sanado . Y al instante la mujer quedó sana.
23
Cuando entró Jesús en la casa del oficial, y vio a los flautistas y al gentío en ruidoso desorden,
24
les dijo: Retiraos, porque la niña no ha muerto, sino que está dormida. Y se burlaban de El.
25
Pero cuando habían echado fuera a la gente, El entró y la tomó de la mano; y la niña se levantó.
26
Y esta noticia se difundió por toda aquella tierra.
27
Al irse Jesús de allí, dos ciegos le siguieron, gritando y diciendo: ¡Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
28
Y después de haber entrado en la casa, se acercaron a El los ciegos, y Jesús les dijo<***>: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos le respondieron<***>: Sí, Señor.
29
Entonces les tocó los ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe.
30
Y se les abrieron los ojos. Y Jesús les advirtió rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.
31
Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama por toda aquella tierra.
32
Y al salir ellos de allí, he aquí, le trajeron un mudo endemoniado.
33
Y después que el demonio había sido expulsado, el mudo habló; y las multitudes se maravillaban, y decían: Jamás se ha visto cosa igual en Israel.
34
Pero los fariseos decían: El echa fuera los demonios por el príncipe de los demonios.
35
Y Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia.
36
Y viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor.
37
Entonces dijo<***> a sus discípulos: La mies es mucha, pero los obreros pocos.
38
Por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies.
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