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Salmos 66; Salmos 67; Romanos 7
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Salmos 66
1
ACLAMAD á Dios con alegría, toda la tierra:
2
Cantad la gloria de su nombre: Poned gloria en su alabanza.
3
Decid á Dios: ¡Cuán terribles tus obras! Por lo grande de tu fortaleza te mentirán tus enemigos.
4
Toda la tierra te adorará, Y cantará á ti; Cantarán á tu nombre. (Selah.)
5
Venid, y ved las obras de Dios, Terrible en hechos sobre los hijos de los hombres.
6
Volvió la mar en seco; Por el río pasaron á pie; Allí en él nos alegramos.
7
El se enseñorea con su fortaleza para siempre: Sus ojos atalayan sobre las gentes: Los rebeldes no serán ensalzados. (Selah.)
8
Bendecid, pueblos, á nuestro Dios, Y haced oir la voz de su alabanza.
9
El es el que puso nuestra alma en vida, Y no permitió que nuestros pies resbalasen.
10
Porque tú nos probaste, oh Dios: Ensayástenos como se afina la plata.
11
Nos metiste en la red; Pusiste apretura en nuestros lomos.
12
Hombres hiciste subir sobre nuestra cabeza; Entramos en fuego y en aguas, Y sacástenos á hartura.
13
Entraré en tu casa con holocaustos: Te pagaré mis votos,
14
Que pronunciaron mis labios, Y habló mi boca, cuando angustiado estaba.
15
Holocaustos de cebados te ofreceré, Con perfume de carneros: Sacrificaré bueyes y machos cabríos. (Selah.)
16
Venid, oid todos los que teméis á Dios, Y contaré lo que ha hecho á mi alma.
17
A él clamé con mi boca, Y ensalzado fué con mi lengua.
18
Si en mi corazón hubiese yo mirado á la iniquidad, El Señor no me oyera.
19
Mas ciertamente me oyó Dios; Antendió á la voz de mi súplica.
20
Bendito Dios, Que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia.
The Reina-Valera Antigua (1602) is in the public domain.
Salmos 67
1
DIOS tenga misericordia de nosotros, y nos bendiga; Haga resplandecer su rostro sobre nosotros (Selah);
2
Para que sea conocido en la tierra tu camino, En todas las gentes tu salud.
3
Alábente los pueblos, oh Dios; Alábente los pueblos todos.
4
Alégrense y gocénse las gentes; Porque juzgarás los pueblos con equidad, Y pastorearás las naciones en la tierra. (Selah.)
5
Alábente los pueblos, oh Dios: Todos los pueblos te alaben.
6
La tierra dará su fruto: Nos bendecirá Dios, el Dios nuestro.
7
Bendíganos Dios, Y témanlo todos los fines de la tierra.
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Romanos 7
1
¿IGNORAIS, hermanos, (porque hablo con los que saben la ley) que la ley se enseñorea del hombre entre tanto que vive?
2
Porque la mujer que está sujeta á marido, mientras el marido vive está obligada á la ley; mas muerto el marido, libre es de la ley del marido.
3
Así que, viviendo el marido, se llamará adúltera si fuere de otro varón; mas si su marido muriere, es libre de la ley; de tal manera que no será adúltera si fuere de otro marido.
4
Así también vosotros, hermanos míos, estáis muertos á la ley por el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, á saber, del que resucitó de los muertos, á fin de que fructifiquemos á Dios.
5
Porque mientras estábamos en la carne, los afectos de los pecados que eran por la ley, obraban en nuestros miembros fructificando para muerte.
6
Mas ahora estamos libres de la ley, habiendo muerto á aquella en la cual estábamos detenidos, para que sirvamos en novedad de espíritu, y no en vejez de letra.
7
¿Qué pues diremos? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Empero yo no conocí el pecado sino por la ley: porque tampoco conociera la concupiscencia, si la ley no dijera: No codiciarás.
8
Mas el pecado, tomando ocasión, obró en mí por el mandamiento toda concupiscencia: porque sin la ley el pecado está muerto.
9
Así que, yo sin la ley vivía por algún tiempo: mas venido el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí.
10
Y hallé que el mandamiento, á intimado para vida, para mí era mortal:
11
Porque el pecado, tomando ocasión, me engañó por el mandamiento, y por él me mató.
12
De manera que la ley á la verdad es santa, y el mandamiento santo, y justo, y bueno.
13
¿Luego lo que es bueno, á mí me es hecho muerte? No; sino que el pecado, para mostrarse pecado, por lo bueno me obró la muerte, haciéndose pecado sobremanera pecante por el mandamiento.
14
Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido á sujeción del pecado.
15
Porque lo que hago, no lo entiendo; ni lo que quiero, hago; antes lo que aborrezco, aquello hago.
16
Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena.
17
De manera que ya no obro aquello, sino el pecado que mora en mí.
18
Y yo sé que en mí (es á saber, en mi carne) no mora el bien: porque tengo el querer, mas efectuar el bien no lo alcanzo.
19
Porque no hago el bien que quiero; mas el mal que no quiero, éste hago.
20
Y si hago lo que no quiero, ya no obro yo, sino el mal que mora en mí.
21
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: Que el mal está en mí.
22
Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios:
23
Mas veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo á la ley del pecado que está en mis miembros.
24
¡Miserable hombre de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte?
25
Gracias doy á Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo á la ley de Dios, mas con la carne á la ley del pecado.
The Reina-Valera Antigua (1602) is in the public domain.