Salmos 73; Salmos 77; Salmos 78

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Salmos 73

1 CIERTAMENTE bueno es Dios á Israel, A los limpios de corazón.
2 Mas yo, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos.
3 Porque tuve envidia de los insensatos, Viendo la prosperidad de los impíos.
4 Porque no hay ataduras para su muerte; Antes su fortaleza está entera.
5 No están ellos en el trabajo humano; Ni son azotados con los otros hombres.
6 Por tanto soberbia los corona: Cúbrense de vestido de violencia.
7 Sus ojos están salidos de gruesos: Logran con creces los antojos del corazón.
8 Soltáronse, y hablan con maldad de hacer violencia; Hablan con altanería.
9 Ponen en el cielo su boca, Y su lengua pasea la tierra.
10 Por eso su pueblo vuelve aquí, Y aguas de lleno le son exprimidas.
11 Y dicen: ¿Cómo sabe Dios? ¿Y hay conocimiento en lo alto?
12 He aquí estos impíos, Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.
13 Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia;
14 Pues he sido azotado todo el día, Y empezaba mi castigo por las mañanas.
15 Si dijera yo, Discurriré de esa suerte; He aquí habría negado la nación de tus hijos:
16 Pensaré pues para saber esto: Es á mis ojos duro trabajo,
17 Hasta que venido al santuario de Dios, Entenderé la postrimería de ellos.
18 Ciertamente los has puesto en deslizaderos; En asolamientos los harás caer.
19 ¡Cómo han sido asolados! ¡cuán en un punto! Acabáronse, fenecieron con turbaciones.
20 Como sueño del que despierta, Así, Señor, cuando despertares, menospreciarás sus apariencias.
21 Desazonóse á la verdad mi corazón, Y en mis riñones sentía punzadas.
22 Mas yo era ignorante, y no entendía: Era como una bestia acerca de ti.
23 Con todo, yo siempre estuve contigo: Trabaste de mi mano derecha.
24 Hasme guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria.
25 ¿A quién tengo yo en los cielos? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.
26 Mi carne y mi corazón desfallecen: Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.
27 Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán: Tú cortarás á todo aquel que fornicando, de ti se aparta.
28 Y en cuanto á mí, el acercarme á Dios es el bien: He puesto en el Señor Jehová mi esperanza, Para contar todas tus obras.
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Salmos 77

1 CON mi voz clamé á Dios, A Dios clamé, y él me escuchará.
2 Al Señor busqué en el día de mi angustia: Mi mal corría de noche y no cesaba: Mi alma rehusaba consuelo.
3 Acordábame de Dios, y gritaba: Quejábame, y desmayaba mi espíritu. (Selah.)
4 Tenías los párpados de mis ojos: Estaba yo quebrantado, y no hablaba.
5 Consideraba los días desde el principio, Los años de los siglos.
6 Acordábame de mis canciones de noche; Meditaba con mi corazón, Y mi espíritu inquiría.
7 ¿Desechará el Señor para siempre, Y no volverá más á amar?
8 ¿Hase acabado para siempre su misericordia? ¿Hase acabado la palabra suya para generación y generación?
9 ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades? (Selah.)
10 Y dije: Enfermedad mía es esta; Traeré pues á la memoria los años de la diestra del Altísimo.
11 Acordaréme de las obras de JAH: Sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas.
12 Y meditaré en todas tus obras, Y hablaré de tus hechos.
13 Oh Dios, en santidad es tu camino: ¿Qué Dios grande como el Dios nuestro?
14 Tú eres el Dios que hace maravillas: Tú hiciste notoria en los pueblos tu fortaleza.
15 Con tu brazo redimiste á tu pueblo, A los hijos de Jacob y de José. (Selah.)
16 Viéronte las aguas, oh Dios; Viéronte las aguas, temieron; Y temblaron los abismos.
17 Las nubes echaron inundaciones de aguas; Tronaron los cielos, Y discurrieron tus rayos.
18 Anduvo en derredor el sonido de tus truenos; Los relámpagos alumbraron el mundo; Estremecióse y tembló la tierra.
19 En la mar fué tu camino, Y tus sendas en las muchas aguas; Y tus pisadas no fueron conocidas.
20 Condujiste á tu pueblo como ovejas, Por mano de Moisés y de Aarón.
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Salmos 78

1 ESCUCHA, pueblo mío, mi ley: Inclinad vuestro oído á las palabras de mi boca.
2 Abriré mi boca en parábola; Hablaré cosas reservadas de antiguo:
3 Las cuales hemos oído y entendido; Que nuestros padres nos las contaron.
4 No las encubriremos á sus hijos, Contando á la generación venidera las alabanzas de Jehová, Y su fortaleza, y sus maravillas que hizo.
5 El estableció testimonio en Jacob, Y pusó ley en Israel; La cual mandó á nuestros padres Que la notificasen á sus hijos;
6 Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; Y los que se levantarán, lo cuenten á sus hijos;
7 A fin de que pongan en Dios su confianza, Y no se olviden de las obras de Dios, Y guarden sus mandamientos:
8 Y no sean como sus padres, Generación contumaz y rebelde; Generación que no apercibió su corazón, Ni fué fiel para con Dios su espíritu.
9 Los hijos de Ephraim armados, flecheros, Volvieron las espaldas el día de la batalla.
10 No guardaron el pacto de Dios, Ni quisieron andar en su ley:
11 Antes se olvidaron de sus obras, Y de sus maravillas que les había mostrado.
12 Delante de sus padres hizo maravillas En la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.
13 Rompió la mar, é hízolos pasar; E hizo estar las aguas como en un montón.
14 Y llevólos de día con nube, Y toda la noche con resplandor de fuego.
15 Hendió las peñas en el desierto: Y dióles á beber como de grandes abismos;
16 Pues sacó de la peña corrientes, E hizo descender aguas como ríos.
17 Empero aun tornaron á pecar contra él, Enojando en la soledad al Altísimo.
18 Pues tentaron á Dios en su corazón, Pidiendo comida á su gusto.
19 Y hablaron contra Dios, Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?
20 He aquí ha herido la peña, y corrieron aguas, Y arroyos salieron ondeando: ¿Podrá también dar pan? ¿Aparejará carne á su pueblo?
21 Por tanto oyó Jehová, é indignóse: Y encendióse el fuego contra Jacob, Y el furor subió también contra Israel;
22 Por cuanto no habían creído á Dios, Ni habían confiado en su salud:
23 A pesar de que mandó á las nubes de arriba, Y abrió las puertas de los cielos,
24 E hizo llover sobre ellos maná para comer, Y dióles trigo de los cielos.
25 Pan de nobles comió el hombre: Envióles comida á hartura.
26 Movió el solano en el cielo, Y trajo con su fortaleza el austro.
27 E hizo llover sobre ellos carne como polvo, Y aves de alas como arena de la mar.
28 E hízolas caer en medio de su campo, Alrededor de sus tiendas.
29 Y comieron, y hartáronse mucho: Cumplióles pues su deseo.
30 No habían quitado de sí su deseo, Aun estaba su vianda en su boca,
31 Cuando vino sobre ellos el furor de Dios, Y mató los más robustos de ellos, Y derribo los escogidos de Israel.
32 Con todo esto pecaron aún, Y no dieron crédito á sus maravillas.
33 Consumió por tanto en nada sus días, Y sus años en la tribulación.
34 Si los mataba, entonces buscaban á Dios; Entonces se volvían solícitos en busca suya.
35 Y acordábanse que Dios era su refugio. Y el Dios Alto su redentor.
36 Mas le lisonjeaban con su boca, Y con su lengua le mentían:
37 Pues sus corazones no eran rectos con él, Ni estuvieron firmes en su pacto.
38 Empero él misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía: Y abundó para apartar su ira, Y no despertó todo su enojo.
39 Y acordóse que eran carne; Soplo que va y no vuelve.
40 ¡Cuántas veces lo ensañaron en el desierto, Lo enojaron en la soledad!
41 Y volvían, y tentaban á Dios, Y ponían límite al Santo de Israel.
42 No se acordaron de su mano, Del día que los redimió de angustia;
43 Cuando puso en Egipto sus señales, Y sus maravillas en el campo de Zoán;
44 Y volvió sus ríos en sangre, Y sus corrientes, porque no bebiesen.
45 Envió entre ellos una mistura de moscas que los comían, Y ranas que los destruyeron.
46 Dió también al pulgón sus frutos, Y sus trabajos á la langosta.
47 Sus viñas destruyó con granizo, Y sus higuerales con piedra;
48 Y entregó al pedrisco sus bestias, Y al fuego sus ganados.
49 Envió sobre ellos el furor de su saña, Ira y enojo y angustia, Con misión de malos ángeles.
50 Dispuso el camino á su furor; No eximió la vida de ellos de la muerte, Sino que entregó su vida á la mortandad.
51 E hirió á todo primogénito en Egipto, Las primicias de las fuerzas en las tiendas de Châm.
52 Empero hizo salir á su pueblo como ovejas, Y llevólos por el desierto, como un rebaño.
53 Y guiólos con seguridad, que no tuvieron miedo; Y la mar cubrió á sus enemigos.
54 Metiólos después en los términos de su santuario, En este monte que ganó su mano derecha.
55 Y echó las gentes de delante de ellos, Y repartióles una herencia con cuerdas; E hizo habitar en sus moradas á las tribus de Israel.
56 Mas tentaron y enojaron al Dios Altísimo, Y no guardaron sus testimonios;
57 Sino que se volvieron, y se rebelaron como sus padres: Volviéronse como arco engañoso.
58 Y enojáronlo con sus altos, Y provocáronlo á celo con sus esculturas.
59 Oyólo Dios, y enojóse, Y en gran manera aborreció á Israel.
60 Dejó por tanto el tabernáculo de Silo, La tienda en que habitó entre los hombres;
61 Y dió en cautividad su fortaleza, Y su gloria en mano del enemigo.
62 Entregó también su pueblo á cuchillo, Y airóse contra su heredad.
63 El fuego devoró sus mancebos, Y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.
64 Sus sacerdotes cayeron á cuchillo, Y sus viudas no lamentaron.
65 Entonces despertó el Señor á la manera del que ha dormido, Como un valiente que grita excitado del vino:
66 E hirió á sus enemigos en las partes posteriores: Dióles perpetua afrenta.
67 Y desechó el tabernáculo de José, Y no escogió la tribu de Ephraim.
68 Sino que escogió la tribu de Judá, El monte de Sión, al cual amó.
69 Y edificó su santuario á manera de eminencia, Como la tierra que cimentó para siempre.
70 Y eligió á David su siervo, Y tomólo de las majadas de las ovejas:
71 De tras las paridas lo trajo, Para que apacentase á Jacob su pueblo, y á Israel su heredad.
72 Y apacentólos con entereza de su corazón; Y pastoreólos con la pericia de sus manos.
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