23
solo que el EspĂritu Santo me dice que en ciudad tras ciudad, me esperan cárcel y sufrimiento;
24
pero mi vida no vale nada para mà a menos que la use para terminar la tarea que me asignó el Señor Jesús, la tarea de contarles a otros la Buena Noticia acerca de la maravillosa gracia de Dios.
28
»Entonces cuĂdense a sĂ mismos y cuiden al pueblo de Dios. Alimenten y pastoreen al rebaño de Dios —su iglesia, comprada con su propia sangre — sobre quien el EspĂritu Santo los ha designado ancianos.