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Ester 3; Ester 4; Ester 5; Hechos 5:22-42
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Ester 3
1
DESPUÉS de estas cosas, el rey Assuero engrandeció á Amán hijo de Amadatha Agageo, y ensalzólo, y puso su silla sobre todos los príncipes que estaban con él.
2
Y todos los siervos del rey que estaban á la puerta del rey, se arrodillaban é inclinaban á Amán, porque así se lo había mandado el rey; pero Mardochêo, ni se orrodillaba ni se humillaba.
3
Y los siervos del rey que estaban á la puerta, dijeron á Mardochêo: ¿Por qué traspasas el mandamiento del rey?
4
Y aconteció que, hablándole cada día de esta manera, y no escuchándolos él, denunciáronlo á Amán, por ver si las palabras de Mardochêo se mantendrían; porque ya él les había declarado que era Judío.
5
Y vió Amán que Mardochêo ni se arrodillaba ni se humillaba delante de él; y llenóse de ira.
6
Mas tuvo en poco meter mano en solo Mardochêo; que ya le había declarado el pueblo de Mardochêo: y procuró Amán destruir á todos los Judíos que había en el reino de Assuero, al pueblo de Mardochêo.
7
En el mes primero, que es el mes de Nisán, en el año duodécimo del rey Assuero, fué echada Pur, esto es, la suerte, delante de Amán, de día en día y de mes en mes; y salió el mes duodécimo, que es el mes de Adar.
8
Y dijo Amán al rey Assuero: Hay un pueblo esparcido y dividido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino, y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no observan las leyes del rey; y al rey no viene provecho de dejarlos.
9
Si place al rey, escríbase que sean destruídos; y yo pesaré diez mil talentos de plata en manos de los que manejan la hacienda, para que sean traídos á los tesoros del rey.
10
Entonces el rey quitó su anillo de su mano, y diólo á Amán hijo de Amadatha Agageo, enemigo de los Judíos,
11
Y díjole: La plata propuesta sea para ti, y asimismo el pueblo, para que hagas de él lo que bien te pareciere.
12
Entonces fueron llamados los escribanos del rey en el mes primero, á trece del mismo, y fué escrito conforme á todo lo que mandó Amán, á los príncipes del rey, y á los capitanes que estaban sobre cada provincia, y á los príncipes de cada pueblo, á cada provincia según su escritura, y á cada pueblo según su lengua: en nombre del rey Assuero fué escrito, y signado con el anillo del rey.
13
Y fueron enviadas letras por mano de los correos á todas las provincias del rey, para destruir, y matar, y exterminar á todos los Judíos, desde el niño hasta el viejo, niños y mujeres en un día, en el trece del mes duodécimo, que es el mes de Adar, y para apoderarse de su despojo.
14
La copia del escrito que se diese por mandamiento en cada provincia, fué publicada á todos los pueblos, á fin de que estuviesen apercibidos para aquel día.
15
Y salieron los correos de priesa por mandato del rey, y el edicto fué dado en Susán capital del reino. Y el rey y Amán estaban sentados á beber, y la ciudad de Susán estaba conmovida.
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Ester 4
1
LUEGO que supo Mardochêo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, y vistióse de saco y de ceniza, y fuése por medio de la ciudad clamando con grande y amargo clamor.
2
Y vino hasta delante de la puerta del rey: porque no era lícito pasar adentro de la puerta del rey con vestido de saco.
3
Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los Judíos grande luto, y ayuno, y lloro, y lamentación: saco y ceniza era la cama de muchos.
4
Y vinieron las doncellas de Esther y sus eunucos, y dijéronselo: y la reina tuvo gran dolor, y envió vestidos para hacer vestir á Mardochêo, y hacerle quitar el saco de sobre él; mas él no los recibió.
5
Entonces Esther llamó á Atach, uno de los eunucos del rey, que él había hecho estar delante de ella, y mandólo á Mardochêo, con orden de saber qué era aquello, y por qué.
6
Salió pues Atach á Mardochêo, á la plaza de la ciudad que estaba delante de la puerta del rey.
7
Y Mardochêo le declaró todo lo que le había acontecido, y dióle noticia de la plata que Amán había dicho que pesaría para los tesoros del rey por razón de los Judíos, para destruirlos.
8
Dióle también la copia de la escritura del decreto que había sido dado en Susán para que fuesen destruídos, á fin de que la mostrara á Esther y se lo declarase, y le encargara que fuese al rey á suplicarle, y á pedir delante de él por su pueblo.
9
Y vino Atach, y contó á Esther las palabra de Mardochêo.
10
Entonces Esther dijo á Atach, y mandóle decir á Mardochêo:
11
Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey saben, que cualquier hombre ó mujer que entra al rey al patio de adentro sin ser llamado, por una sola ley ha de morir: salvo aquel á quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivirá: y yo no he sido llamada para entrar al rey estos treinta días.
12
Y dijeron á Mardochêo las palabras de Esther.
13
Entonces dijo Mardochêo que respondiesen á Esther: No pienses en tu alma, que escaparás en la casa del rey más que todos los Judíos:
14
Porque si absolutamente callares en este tiempo, respiro y libertación tendrán los Judíos de otra parte; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora te han hecho llegar al reino?
15
Y Esther dijo que respondiesen á Mardochêo:
16
Ve, y junta á todos los Judíos que se hallan en Susán, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche ni día: yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y así entraré al rey, aunque no sea conforme á la ley; y si perezco, que perezca.
17
Entonces se fué Mardochêo, é hizo conforme á todo lo que le mandó Esther.
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Ester 5
1
Y ACONTECIO que al tercer día se vistió Esther su vestido real, y púsose en el patio de adentro de la casa del rey, enfrente del aposento del rey: y estaba el rey sentado en su solio regio en el aposento real, enfrente de la puerta del aposento.
2
Y fué que, como vió á la reina Esther que estaba en el patio, ella obtuvo gracia en sus ojos; y el rey extendió á Esther el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces se llegó Esther, y tocó la punta del cetro.
3
Y dijo el rey: ¿Qué tienes, reina Esther? ¿y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino, se te dará.
4
Y Esther dijo: Si al rey place, venga hoy el rey con Amán al banquete que le he hecho.
5
Y respondió el rey: Daos priesa, llamad á Amán, para hacer lo que Esther ha dicho. Vino pues el rey con Amán al banquete que Esther dispuso.
6
Y dijo el rey á Esther en el banquete del vino: ¿Cuál es tu petición, y te será otorgada? ¿Cuál es tu demanda? Aunque sea la mitad del reino, te será concedida.
7
Entonces respondió Esther, y dijo: Mi petición y mi demanda es:
8
Si he hallado gracia en los ojos del rey, y si place al rey otorgar mi petición y hacer mi demanda, que venga el rey con Amán al banquete que les dispondré; y mañana haré conforme á lo que el rey ha mandado.
9
Y salió Amán aquel día contento y alegre de corazón; pero como vió á Mardochêo á la puerta del rey, que no se levantaba ni se movía de su lugar, llenóse contra Mardochêo de ira.
10
Mas refrenóse Amán, y vino á su casa, y envió, é hizo venir sus amigos, y á Zeres su mujer.
11
Y refirióles Amán la gloria de sus riquezas, y la multitud de sus hijos, y todas las cosas con que el rey le había engrandecido y con que le había ensalzado sobre los príncipes y siervos del rey.
12
Y añadió Amán: También la reina Esther á ninguno hizo venir con el rey al banquete que ella dispuso, sino á mí: y aun para mañana soy convidado de ella con el rey.
13
Mas todo esto nada me sirve cada vez que veo al judío Mardochêo sentado á la puerta del rey.
14
Y díjole Zeres su mujer, y todos sus amigos: Hagan una horca alta de cincuenta codos, y mañana di al rey que cuelguen á Mardochêo en ella; y entra con el rey al banquete alegre. Y plugo la cosa en los ojos de Amán, é hizo preparar la horca.
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Hechos 5:22-42
22
Mas como llegaron los ministros, y no los hallaron en la cárcel, volvieron, y dieron aviso,
23
Diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con toda seguridad, y los guardas que estaban delante de las puertas; mas cuando abrimos, á nadie hallamos dentro.
24
Y cuando oyeron estas palabras el pontífice y el magistrado del templo y los príncipes de los sacerdotes, dudaban en qué vendría á parar aquello.
25
Pero viniendo uno, dióles esta noticia: He aquí, los varones que echasteis en la cárcel, están en el templo, y enseñan al pueblo.
26
Entonces fué el magistrado con los ministros, y trájolos sin violencia; porque temían del pueblo ser apedreados.
27
Y como los trajeron, los presentaron en el concilio: y el príncipe de los sacerdotes les preguntó,
28
Diciendo: ¿No os denunciamos estrechamente, que no enseñaseis en este nombre? y he aquí, habéis llenado á Jerusalem de vuestra doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de este hombre.
29
Y respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es menester obedecer á Dios antes que á los hombres.
30
El Dios de nuestros padres levantó á Jesús, al cual vosotros matasteis colgándole de un madero.
31
A éste ha Dios ensalzado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar á Israel arrepentimiento y remisión de pecados.
32
Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios á los que le obedecen.
33
Ellos, oyendo esto, regañaban, y consultaban matarlos.
34
Entonces levantándose en el concilio un Fariseo llamado Gamaliel, doctor de la ley, venerable á todo el pueblo, mandó que sacasen fuera un poco á los apóstoles.
35
Y les dijo: Varones Israelitas, mirad por vosotros acerca de estos hombres en lo que habéis de hacer.
36
Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo que era alguien; al que se agregó un número de hombres como cuatrocientos: el cual fué matado; y todos los que le creyeron fueron dispersos, y reducidos á nada.
37
Después de éste, se levantó Judas el Galileo en los días del empadronamiento, y llevó mucho pueblo tras sí. Pereció también aquél; y todos los que consintieron con él, fueron derramados.
38
Y ahora os digo: Dejaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo ó esta obra es de los hombres, se desvanecerá:
39
Mas si es de Dios, no la podréis deshacer; no seáis tal vez hallados resistiendo á Dios.
40
Y convinieron con él: y llamando á los apóstoles, después de azotados, les intimaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y soltáronlos.
41
Y ellos partieron de delante del concilio, gozosos de que fuesen tenidos por dignos de padecer afrenta por el Nombre.
42
Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar á Jesucristo.
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