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Y el primer dĂa de la semana, cuando estábamos reunidos para partir el pan, Pablo les hablaba, pensando partir al dĂa siguiente, y prolongĂł su discurso hasta la medianoche.
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HabĂa muchas lámparas en el aposento alto donde estábamos reunidos;
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y estaba sentado en la ventana un joven llamado Eutico; y como Pablo continuaba hablando, Eutico fue cayendo en un profundo sueño hasta que, vencido por el sueño, cayó desde el tercer piso y lo levantaron muerto.
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Y se llevaron vivo al muchacho, y quedaron grandemente consolados.
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Entonces nosotros, adelantándonos a tomar la nave, zarpamos para AsĂłn, con el propĂłsito de recoger allĂ a Pablo, pues asĂ lo habĂa decidido, deseando ir por tierra hasta AsĂłn.
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Cuando nos encontrĂł en AsĂłn, lo recibimos a bordo y nos dirigimos a Mitilene.
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Y zarpando de allĂ, al dĂa siguiente llegamos frente a QuĂo; y al otro dĂa atracamos en Samos; habiendo hecho escala en Trogilio, al dĂa siguiente llegamos a Mileto.