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E iban por el camino subiendo a JerusalĂ©n, y JesĂşs iba delante de ellos; y estaban perplejos, y los que le seguĂan tenĂan miedo. Y tomando aparte de nuevo a los doce, comenzĂł a decirles lo que le iba a suceder:
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He aquĂ, subimos a JerusalĂ©n, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles.
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Y se burlarán de El y le escupirán, le azotarán y le matarán, y tres dĂas despuĂ©s resucitará.
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Y se le acercaron<***> Jacobo y Juan, los dos hijos de Zebedeo, diciéndole: Maestro, queremos que hagas por nosotros lo que te pidamos.
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Y El les dijo: ¿Qué queréis que haga por vosotros?
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Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
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Pero JesĂşs les dijo: No sabĂ©is lo que pedĂs. ÂżPodĂ©is beber la copa que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que soy bautizado?
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Y ellos le dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: La copa que yo bebo, beberéis; y seréis bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado.
40
Pero el que os sentĂ©is a mi derecha o a mi izquierda, no es mĂo el concederlo, sino que es para quienes ha sido preparado.
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Al oĂr esto, los diez comenzaron a indignarse contra Jacobo y Juan.
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Y llamándolos junto a sĂ, JesĂşs les dijo<***>: SabĂ©is que los que son reconocidos como gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que sus grandes ejercen autoridad sobre ellos.
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Pero entre vosotros no es asĂ, sino que cualquiera de vosotros que desee llegar a ser grande será vuestro servidor,
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y cualquiera de vosotros que desee ser el primero será siervo de todos.
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Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.