49
            
El SEÑOR traerá sobre ti gente de lejos, del cabo de la tierra, que vuele como águila, gente cuya lengua no entiendas;
      
 
      
            
              50
            
gente fiera de rostro, que no tendrá respeto al anciano, ni perdonará al niño;
      
 
      
            
              51
            
y comerá el fruto de tu bestia y el fruto de tu tierra, hasta que perezcas; y no te dejará grano, ni mosto, ni aceite, ni la cría de tus vacas, ni los rebaños de tus ovejas, hasta destruirte.
      
 
      
            
              52
            
Y te pondrá cerco en todas tus ciudades, hasta que caigan tus muros altos y encastillados en que tú confías, en toda tu tierra; te cercará, 
pues , en todas tus ciudades y en toda tu tierra, que el SEÑOR tu Dios te  habrá dado.
      
 
      
            
              53
            
Y comerás el fruto de tu vientre, la carne de tus hijos y de tus hijas que el SEÑOR tu Dios te dio, en el cerco y en al apuro con que te angustiará tu enemigo.
      
 
      
            
              54
            
El hombre tierno en ti, y el muy delicado, su ojo será maligno para con su hermano, y para con la mujer de su seno, y para con el resto de sus hijos que le quedaren;
      
 
      
            
              55
            
para no dar a alguno de ellos de la carne de sus hijos, que él comerá, porque nada le habrá quedado, en el cerco y en el apuro con que tu enemigo te apretará en todas tus ciudades.
      
 
      
            
              56
            
La tierna y la delicada entre vosotros, que nunca la planta de su pie probó a sentar sobre la tierra, de ternura y delicadeza, su ojo será maligno para con el marido de su seno, y para con su hijo, y para con su hija,
      
 
      
            
              57
            
y para con su chiquita que sale de entre sus pies, y para con sus hijos que diere a luz; pues los comerá escondidamente, a falta de todo, en el cerco y en el apuro con que tu enemigo te apretará en tus ciudades;
      
 
      
            
              58
            
si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este Nombre glorioso y terrible, El SEÑOR tu Dios.
      
 
      
            
              59
            
El SEÑOR aumentará maravillosamente tus plagas y las plagas de tu simiente, plagas grandes y duraderas, y enfermedades malignas y duraderas;
      
 
      
            
              60
            
y hará volver sobre ti todos los dolores de Egipto, delante de los cuales temiste, y se te pegarán.
      
 
      
            
              61
            
Asimismo toda enfermedad y toda plaga que no está escrita en el libro de esta ley, el SEÑOR la enviará sobre ti, hasta que tú seas destruido.
      
 
      
            
              62
            
Y quedaréis en pocos varones, en lugar de haber sido como las estrellas del cielo en multitud; por cuanto no escuchaste la voz del SEÑOR tu Dios.
      
 
      
            
              63
            
Y será 
que  de la manera que el SEÑOR se gozó sobre vosotros para haceros bien, y para multiplicaros, así se gozará el SEÑOR sobre vosotros para echaros a perder, y para destruiros; y seréis arrancados de sobre la  tierra, a la cual entráis para poseerla.
      
 
      
            
              64
            
Y el SEÑOR te esparcirá por todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el 
otro  extremo de ella; y allí servirás a dioses ajenos que no conociste tú ni tus padres, al leño y a la piedra.
      
 
      
            
              65
            
Y ni aun entre los mismos gentiles reposarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo; que allí te dará el SEÑOR corazón temeroso, y caimiento de ojos, y tristeza de alma;
      
 
      
            
              66
            
y tendrás tu vida como colgada en duda, y estarás temeroso de noche y de día, y no confiarás de tu vida.
      
 
      
            
              67
            
Por la mañana dirás: ¡Quién diera 
que fuese  la tarde! y a la tarde dirás: ¡Quién diera 
que fuese  la mañana! por el miedo de tu corazón con que estarás amedrentado, y por lo que verán tus ojos.
      
 
      
            
              68
            
Y el SEÑOR te hará volver a Egipto en navíos por el camino del cual te ha dicho: Nunca más volverás a verlo; y allí os venderán a vuestros enemigos por esclavos y por esclavas, y no habrá quien 
os  compre.