Salmos 37; Salmos 38; Salmos 39; Hechos 26

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Salmos 37

1 No te irrites a causa de los malhechores; no tengas envidia de los que practican la iniquidad.
2 Porque como la hierba pronto se secarán, y se marchitarán como la hierba verde.
3 Confía en el SEÑOR, y haz el bien; habita en la tierra, y cultiva la fidelidad.
4 Pon tu delicia en el SEÑOR, y El te dará las peticiones de tu corazón.
5 Encomienda al SEÑOR tu camino, confía en El, que El actuará;
6 hará resplandecer tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía.
7 Confía callado en el SEÑOR y espérale con paciencia; no te irrites a causa del que prospera en su camino, por el hombre que lleva a cabo sus intrigas.
8 Deja la ira y abandona el furor; no te irrites, sólo harías lo malo.
9 Porque los malhechores serán exterminados, mas los que esperan en el SEÑOR poseerán la tierra.
10 Un poco más y no existirá el impío; buscarás con cuidado su lugar, pero él no estará allí.
11 Mas los humildes poseerán la tierra, y se deleitarán en abundante prosperidad.
12 El impío trama contra el justo, y contra él rechina sus dientes.
13 El Señor se ríe de él, porque ve que su día se acerca.
14 Los impíos han sacado la espada y entesado el arco, para abatir al afligido y al necesitado, para matar a los de recto proceder.
15 Su espada penetrará en su propio corazón, y sus arcos serán quebrados.
16 Mejor es lo poco del justo que la abundancia de muchos impíos.
17 Porque los brazos de los impíos serán quebrados; mas el SEÑOR sostiene a los justos.
18 El SEÑOR conoce los días de los íntegros, y su herencia será perpetua.
19 No serán avergonzados en el tiempo malo, y en días de hambre se saciarán.
20 Pero los impíos perecerán, y los enemigos del SEÑOR serán como la hermosura de los prados; desaparecen, se desvanecen como el humo.
21 El impío pide prestado y no paga, mas el justo es compasivo y da.
22 Porque los que son bendecidos por el SEÑOR poseerán la tierra, pero los maldecidos por El serán exterminados.
23 Por el SEÑOR son ordenados los pasos del hombre, y el SEÑOR se deleita en su camino.
24 Cuando caiga, no quedará derribado, porque el SEÑOR sostiene su mano.
25 Yo fui joven, y ya soy viejo, y no he visto al justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan.
26 Todo el día es compasivo y presta, y su descendencia es para bendición.
27 Apártate del mal y haz el bien, y tendrás morada para siempre.
28 Porque el SEÑOR ama la justicia, y no abandona a sus santos; ellos son preservados para siempre, pero la descendencia de los impíos será exterminada.
29 Los justos poseerán la tierra, y para siempre morarán en ella.
30 La boca del justo profiere sabiduría y su lengua habla rectitud.
31 La ley de su Dios está en su corazón; no vacilan sus pasos.
32 El impío acecha al justo y procura matarlo.
33 El SEÑOR no dejará al justo en sus manos, ni permitirá que lo condenen cuando sea juzgado.
34 Espera en el SEÑOR y guarda su camino, y El te exaltará para que poseas la tierra; cuando los impíos sean exterminados, tú lo verás.
35 He visto al impío, violento, extenderse como frondoso árbol en su propio suelo.
36 Luego pasó, y he aquí, ya no estaba; lo busqué, pero no se le halló.
37 Observa al que es íntegro, mira al que es recto; porque el hombre de paz tendrá descendencia.
38 Pero los transgresores serán destruidos a una; la posteridad de los impíos será exterminada.
39 Mas la salvación de los justos viene del SEÑOR; El es su fortaleza en el tiempo de la angustia.
40 El SEÑOR los ayuda y los libra; los libra de los impíos y los salva, porque en El se refugian.
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Salmos 38

1 SEÑOR, no me reprendas en tu enojo, ni me castigues en tu furor.
2 Porque tus saetas se han clavado en mí, y sobre mí ha descendido tu mano.
3 Nada hay sano en mi carne a causa de tu indignación; en mis huesos no hay salud a causa de mi pecado.
4 Porque mis iniquidades han sobrepasado mi cabeza; como pesada carga, pesan mucho para mí.
5 Mis llagas hieden y supuran. A causa de mi necedad,
6 estoy encorvado y abatido en gran manera, y ando sombrío todo el día.
7 Porque mis lomos están inflamados de fiebre, y nada hay sano en mi carne.
8 Estoy entumecido y abatido en gran manera; gimo a causa de la agitación de mi corazón.
9 Señor, todo mi anhelo está delante de ti, y mi suspiro no te es oculto.
10 Palpita mi corazón, mis fuerzas me abandonan, y aun la luz de mis ojos se ha ido de mí.
11 Mis amigos y mis compañeros se mantienen lejos de mi plaga, y mis parientes se mantienen a distancia.
12 Los que buscan mi vida me tienden lazos; los que procuran mi mal hablan de mi destrucción, y traman traición todo el día.
13 Mas yo, como el sordo, no oigo; soy como el mudo que no abre la boca.
14 Sí, soy como el hombre que no oye, y en cuya boca no hay réplica.
15 Porque en ti espero, oh SEÑOR; tú responderás, Señor, Dios mío.
16 Pues dije: Que no se alegren de mí los que, cuando mi pie resbala, se engrandecen sobre mí.
17 Porque yo estoy a punto de caer, y mi dolor está continuamente delante de mí.
18 Confieso, pues, mi iniquidad; afligido estoy a causa de mi pecado.
19 Pero mis enemigos son vigorosos y fuertes ; muchos son los que sin causa me aborrecen.
20 Y los que pagan mal por bien se me oponen, porque yo sigo lo bueno.
21 No me abandones, oh SEÑOR; Dios mío, no estés lejos de mí.
22 Apresúrate a socorrerme, oh Señor, salvación mía.
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Salmos 39

1 Yo dije: Guardaré mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca como con mordaza, mientras el impío esté en mi presencia.
2 Enmudecí y callé; guardé silencio aun acerca de lo bueno, y se agravó mi dolor.
3 Ardía mi corazón dentro de mí; mientras meditaba, se encendió el fuego; entonces dije con mi lengua:
4 SEÑOR, hazme saber mi fin, y cuál es la medida de mis días, para que yo sepa cuán efímero soy.
5 He aquí, tú has hecho mis días muy breves, y mi existencia es como nada delante de ti; ciertamente todo hombre, aun en la plenitud de su vigor, es sólo un soplo. (Selah)
6 Sí, como una sombra anda el hombre; ciertamente en vano se afana; acumula riquezas, y no sabe quién las recogerá.
7 Y ahora, Señor, ¿qué espero? En ti está mi esperanza.
8 Líbrame de todas mis transgresiones; no me hagas la burla de los necios.
9 Mudo me he quedado, no abro la boca, porque tú eres el que ha obrado.
10 Quita de mí tu plaga; por la dureza de tu mano estoy pereciendo.
11 Con castigos corriges al hombre por su iniquidad; como la polilla, consumes lo que es más precioso para él; ciertamente, todo hombre es sólo un soplo. (Selah)
12 Escucha mi oración, oh SEÑOR, y presta oído a mi clamor; no guardes silencio ante mis lágrimas; porque extranjero soy junto a ti, peregrino, como todos mis padres.
13 Aparta de mí tu mirada, para poder alegrarme, antes de que me vaya de aquí, y ya no exista.
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Hechos 26

1 Y Agripa dijo a Pablo: Se te permite hablar en tu favor. Entonces Pablo, extendiendo la mano, comenzó su defensa:
2 Con respecto a todo aquello de que los judíos me acusan, me considero afortunado, oh rey Agripa, de poder presentar hoy mi defensa delante de ti,
3 sobre todo, porque eres experto en todas las costumbres y controversias entre los judíos; por lo cual te ruego que me escuches con paciencia.
4 Pues bien, todos los judíos conocen mi vida desde mi juventud, que desde el principio transcurrió entre los de mi pueblo y en Jerusalén;
5 puesto que ellos han sabido de mí desde hace mucho tiempo, si están dispuestos a testificar, que viví como fariseo, de acuerdo con la secta más estricta de nuestra religión.
6 Y ahora soy sometido a juicio por la esperanza de la promesa hecha por Dios a nuestros padres:
7 que nuestras doce tribus esperan alcanzar al servir fielmente a Dios noche y día. Y por esta esperanza, oh rey, soy acusado por los judíos.
8 ¿Por qué se considera increíble entre vosotros que Dios resucite a los muertos?
9 Yo ciertamente había creído que debía hacer muchos males en contra del nombre de Jesús de Nazaret.
10 Y esto es precisamente lo que hice en Jerusalén; no sólo encerré en cárceles a muchos de los santos con la autoridad recibida de los principales sacerdotes, sino que también, cuando eran condenados a muerte, yo daba mi voto contra ellos.
11 Y castigándolos con frecuencia en todas las sinagogas, procuraba obligarlos a blasfemar; y locamente enfurecido contra ellos, seguía persiguiéndolos aun hasta en las ciudades extranjeras.
12 Ocupado en esto, cuando iba para Damasco con autoridad y comisión de los principales sacerdotes,
13 al mediodía, oh rey, yendo de camino, vi una luz procedente del cielo más brillante que el sol, que resplandecía en torno mío y de los que viajaban conmigo.
14 Y después de que todos caímos al suelo, oí una voz que me decía en el idioma hebreo: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón."
15 Yo entonces dije: "¿Quién eres, Señor?" Y el Señor dijo: "Yo soy Jesús a quien tú persigues.
16 "Pero levántate y ponte en pie; porque te he aparecido con el fin de designarte como ministro y testigo, no sólo de las cosas que has visto, sino también de aquellas en que me apareceré a ti;
17 librándote del pueblo judío y de los gentiles, a los cuales yo te envío,
18 para que abras sus ojos a fin de que se vuelvan de la oscuridad a la luz, y del dominio de Satanás a Dios, para que reciban, por la fe en mí, el perdón de pecados y herencia entre los que han sido santificados."
19 Por consiguiente, oh rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial,
20 sino que anunciaba, primeramente a los que estaban en Damasco y también en Jerusalén, y después por toda la región de Judea, y aun a los gentiles, que debían arrepentirse y volverse a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.
21 Por esta causa, algunos judíos me prendieron en el templo y trataron de matarme.
22 Así que habiendo recibido ayuda de Dios, continúo hasta este día testificando tanto a pequeños como a grandes, no declarando más que lo que los profetas y Moisés dijeron que sucedería:
23 que el Cristo había de padecer, y que por motivo de su resurrección de entre los muertos, El debía ser el primero en proclamar luz tanto al pueblo judío como a los gentiles.
24 Mientras Pablo decía esto en su defensa, Festo dijo<***> a gran voz: ¡Pablo, estás loco! ¡Tu mucho saber te está haciendo perder la cabeza!
25 Mas Pablo dijo<***>: No estoy loco, excelentísimo Festo, sino que hablo palabras de verdad y de cordura.
26 Porque el rey entiende estas cosas, y también le hablo con confianza, porque estoy persuadido de que él no ignora nada de esto; pues esto no se ha hecho en secreto.
27 Rey Agripa, ¿crees en los profetas? Yo sé que crees.
28 Y Agripa respondió a Pablo: En poco tiempo me persuadirás a que me haga cristiano.
29 Y Pablo dijo: Quisiera Dios que, ya fuera en poco tiempo o en mucho, no sólo tú, sino también todos los que hoy me oyen, llegaran a ser tal como yo soy, a excepción de estas cadenas.
30 Entonces el rey, el gobernador, Berenice y los que estaban sentados con ellos se levantaron,
31 y mientras se retiraban, hablaban entre ellos, diciendo: Este hombre no ha hecho<***> nada que merezca muerte o prisión.
32 Y Agripa dijo a Festo: Podría ser puesto en libertad este hombre, si no hubiera apelado al César.
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