25
»”Pero Âżacaso no has oĂdo?
Yo lo decidĂ hace mucho tiempo.
Hace mucho que lo planifiqué,
y ahora lo llevo a cabo.
Yo determiné que tú aplastaras ciudades fortificadas
y las redujeras a un montĂłn de escombros.
26
Por eso sus habitantes tienen tan poco poder
y están tan asustados y confundidos.
Son tan débiles como la hierba,
tan fáciles de pisotear como tiernos brotes verdes.
Son como hierba que sale en el techo de una casa,
que se quema antes de poder crecer alta y lozana.
27
»”Pero a ti te conozco bien:
sé dónde te encuentras,
y cuándo entras y sales.
Conozco la forma en que desataste tu furia contra mĂ.
28
Por esa furia en mi contra
y por tu arrogancia, que yo mismo oĂ,
te pondré mi gancho en la nariz
y mi freno en la boca.
Te haré regresar
por el mismo camino por donde viniste”».
29
Luego IsaĂas le dijo a EzequĂas: «Esta es la prueba de que es cierto lo que digo:
»Este año ustedes solo comerán lo que crezca por sà mismo,
y el año próximo comerán lo que de eso brote.
Sin embargo, el tercer año, plantarán cultivos y los cosecharán;
cuidarán de sus viñedos y comerán de su fruto.