1
Entonces Agripa le dijo a Pablo: «Tienes permiso para hablar en tu defensa». Asà que Pablo, haciendo una seña con la mano, comenzó su defensa:
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«Me considero afortunado, rey Agripa, de que sea usted quien oye hoy mi defensa en contra de todas estas acusaciones que han hecho los lĂderes judĂos,
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Ellos saben, si quisieran admitirlo, que he sido miembro de los fariseos, la secta más estricta de nuestra religión.
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Ahora se me juzga por la esperanza en el cumplimiento de la promesa que Dios les hizo a nuestros antepasados.
7
De hecho, esta es la razĂłn por la cual las doce tribus de Israel adoran a Dios con celo dĂa y noche, y participan de la misma esperanza que yo tengo. Aun asĂ, Su Majestad, ¡ellos me acusan por tener esta esperanza!