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Asà que el gobernador volvió a preguntar: —¿A cuál de estos dos quieren que les deje en libertad? —¡A Barrabás! —contestó la multitud a gritos.
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Pilato vio que no lograba nada y que se armaba un disturbio. Asà que mandó a buscar un recipiente con agua y se lavó las manos delante de la multitud a la vez que decÃa: —Soy inocente de la sangre de este hombre. La responsabilidad es de ustedes.
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Y la gente respondió a gritos: —¡Nos haremos responsables de su muerte, nosotros y nuestros hijos!