30
Pero el rey de Siria les habĂa ordenado a sus capitanes de los carros de combate: «No luchen contra nadie, grande o pequeño, salvo contra el rey de Israel».
32
Entonces los capitanes de los carros vieron que no era el rey de Israel, y dejaron de perseguirlo.
33
Sin embargo, alguien disparĂł su arco al azar e hiriĂł al rey de Israel entre las piezas de su armadura. El rey le ordenĂł al que conducĂa su carro: «Da la vuelta y sácame del campo de batalla, pues me han herido».