11
—Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de barro, me lo untó en los ojos y me dijo: “Ve y lávate en Siloé”. Así que fui, me lavé, y entonces pude ver.
9
Unos aseguraban: «Sí, es él». Otros decían: «No es él, sino que se le parece». Pero él insistía: «Soy yo».
10
—¿Cómo entonces se te han abierto los ojos? —le preguntaron.
11
—Ese hombre que se llama Jesús hizo un poco de barro, me lo untó en los ojos y me dijo: “Ve y lávate en Siloé”. Así que fui, me lavé, y entonces pude ver.
12
—¿Y dónde está ese hombre? —le preguntaron.—No lo sé —respondió.
13
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego.