LiberaciĂłn para los esclavos
8 La palabra del SEĂ‘OR vino a JeremĂas despuĂ©s de que el rey SedequĂas hizo un pacto con todo el pueblo de JerusalĂ©n para dejar libres a los esclavos.
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El acuerdo estipulaba que cada israelita debĂa dejar libre a sus esclavas y esclavos hebreos, y que nadie debĂa esclavizar a un compatriota judĂo.
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Todo el pueblo y los jefes que habĂan hecho el acuerdo liberaron a sus esclavos, de manera que nadie quedaba obligado a servirlos.
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Pero despuĂ©s se retractaron y volvieron a someter a esclavitud a los que habĂan liberado.
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Una vez más la palabra del SEĂ‘OR vino a JeremĂas:
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«Asà dice el SEÑOR, el Dios de Israel: “Yo hice un pacto con sus antepasados cuando los saqué de Egipto, lugar de esclavitud. Les ordené
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que cada siete años liberaran a todo esclavo hebreo que se hubiera vendido a sĂ mismo con ellos. DespuĂ©s de haber servido como esclavo durante seis años, debĂa ser liberado. Pero sus antepasados no me obedecieron ni me hicieron caso.
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Ustedes, en cambio, al proclamar la libertad de su prĂłjimo, se habĂan convertido y habĂan hecho lo que yo apruebo. Además, se habĂan comprometido con un pacto en mi presencia, en la casa que lleva mi nombre.
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Pero ahora se han vuelto atrás y han profanado mi nombre. Cada uno ha obligado a sus esclavas y esclavos que habĂa liberado a someterse de nuevo a la esclavitud”.
17
»Por tanto, asà dice el SEÑOR: “No me han obedecido, pues no han dejado en libertad a sus hermanos. Por tanto, yo proclamo contra ustedes una liberación —afirma el SEÑOR—: dejaré en libertad a la guerra, la pestilencia y el hambre, para que lo que les pase a ustedes sirva de escarmiento para todos los reinos de la tierra.
18
Puesto que han violado mi pacto, y no han cumplido las estipulaciones del pacto que acordaron en mi presencia, los trataré como al novillo que cortaron en dos, y entre cuyos pedazos pasaron para rubricar el pacto.
19
A los jefes de Judá y de Jerusalén, y a los oficiales de la corte y a los sacerdotes, y a todos los que pasaron entre los pedazos del novillo,
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los entregaré en manos de sus enemigos, que atentan contra su vida, y sus cadáveres servirán de alimento a las aves de rapiña y a las fieras del campo.
21
»”A SedequĂas, rey de Judá, y a sus jefes, los entregarĂ© en manos de sus enemigos, que atentan contra sus vidas, es decir, en poder del ejĂ©rcito del rey de Babilonia, que por el momento se ha replegado.
22
Voy a dar una orden —afirma el SEÑOR—, y los haré volver a esta ciudad. La atacarán y, luego de tomarla, la incendiarán. Dejaré a las ciudades de Judá en total desolación, sin habitantes”».