Salmos 29; Salmos 30

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Salmos 29

1 Tributad al SEÑOR, oh hijos de los poderosos, tributad al SEÑOR gloria y poder.
2 Tributad al SEÑOR la gloria debida a su nombre; adorad al SEÑOR en la majestad de la santidad.
3 Voz del SEÑOR sobre las aguas. El Dios de gloria truena, el SEÑOR está sobre las muchas aguas.
4 La voz del SEÑOR es poderosa, la voz del SEÑOR es majestuosa.
5 La voz del SEÑOR rompe los cedros; sí, el SEÑOR hace pedazos los cedros del Líbano;
6 y como becerro hace saltar al Líbano; y al Sirión como cría de búfalo.
7 La voz del SEÑOR levanta llamas de fuego.
8 La voz del SEÑOR hace temblar el desierto; el SEÑOR hace temblar el desierto de Cades.
9 La voz del SEÑOR hace parir a las ciervas , y deja los bosques desnudos, y en su templo todo dice: ¡Gloria!
10 El SEÑOR se sentó como rey cuando el diluvio; sí, como rey se sienta el SEÑOR para siempre.
11 El SEÑOR dará fuerza a su pueblo; el SEÑOR bendecirá a su pueblo con paz. David.
La Biblia de las Américas Derechos de Autor © 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, All rights reserved. For Permission to Quote Information, visit http://www.lockman.org.

Salmos 30

1 Te ensalzaré, oh SEÑOR, porque me has elevado, y no has permitido que mis enemigos se rían de mí.
2 Oh SEÑOR, Dios mío, a ti pedí auxilio y me sanaste.
3 Oh SEÑOR, has sacado mi alma del Seol; me has guardado con vida, para que no descienda al sepulcro.
4 Cantad alabanzas al SEÑOR, vosotros sus santos, y alabad su santo nombre.
5 Porque su ira es sólo por un momento, pero su favor es por toda una vida; el llanto puede durar toda la noche, pero a la mañana vendrá el grito de alegría.
6 Y en mi prosperidad yo dije: Jamás seré conmovido.
7 Oh SEÑOR, con tu favor has hecho que mi monte permanezca fuerte; tú escondiste tu rostro, fui conturbado.
8 A ti, oh SEÑOR, clamé, y al Señor dirigí mi súplica:
9 ¿Qué provecho hay en mi sangre si desciendo al sepulcro? ¿Acaso te alabará el polvo? ¿Anunciará tu fidelidad?
10 Escucha, oh SEÑOR, y ten piedad de mí; oh SEÑOR, sé tú mi socorro.
11 Tú has cambiado mi lamento en danza; has desatado mi cilicio y me has ceñido de alegría;
12 para que mi alma te cante alabanzas y no esté callada. Oh SEÑOR, Dios mío, te alabaré por siempre.
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