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A su vez, el rey de Aram habÃa dado las siguientes órdenes a sus comandantes de carros de guerra: «Ataquen sólo al rey de Israel. ¡No pierdan tiempo con nadie más!».
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Tan pronto como los comandantes de los carros se dieron cuenta de que no era el rey de Israel, dejaron de perseguirlo.
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Sin embargo, un soldado arameo disparó una flecha al azar hacia las tropas israelitas e hirió al rey de Israel entre las uniones de su armadura. «¡Da la vuelta y sácame de aquÃ! —dijo Acab entre quejas y gemidos al conductor del carro—. ¡Estoy gravemente herido!».