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Cuando el ejército de Judá llegó a la zona montañosa de Efraín, Abías, de pie sobre el monte Zemaraim, le gritó a Jeroboam y a todo Israel: «¡Escúchenme! 
      
 
      
            
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¿No se dan cuenta de que el Señor
, Dios de Israel, hizo un pacto
 duradero con David, y les dio a él y a sus descendientes el trono de Israel para siempre? 
      
 
      
            
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Sin embargo, Jeroboam, hijo de Nabat, un simple siervo de Salomón, hijo de David, se rebeló contra su amo. 
      
 
      
            
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Luego se le unió toda una banda de sinvergüenzas, quienes desafiaron a Roboam, hijo de Salomón, cuando todavía era joven y sin experiencia y no podía hacerles frente.
      
 
      
            
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»¿Realmente creen que pueden oponerse al reino del Señor
 el cual es dirigido por los descendientes de David? Puede que ustedes tengan un enorme ejército, y tienen esos becerros de oro que Jeroboam les hizo como dioses; 
      
 
      
            
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pero han expulsado a los sacerdotes del Señor
 (los descendientes de Aarón) y a los levitas, y han nombrado a sus propios sacerdotes, al igual que las naciones paganas. ¡Hoy día ustedes permiten que cualquiera sea sacerdote! Quienquiera que se presente para ser dedicado y traiga un becerro y siete carneros puede llegar a ser un sacerdote de esos así llamados dioses de ustedes.
      
 
      
            
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»Pero en cuanto a nosotros, el Señor
 es nuestro Dios, y no lo hemos abandonado. Solo los descendientes de Aarón sirven al Señor
 como sacerdotes, y solo los levitas pueden ayudarlos en su trabajo. 
      
 
      
            
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Ellos presentan ofrendas quemadas e incienso aromático al Señor
 cada mañana y cada tarde. Colocan el pan de la Presencia en la mesa sagrada y encienden cada noche el candelabro de oro. Nosotros seguimos las instrucciones del Señor
 nuestro Dios, pero ustedes lo han abandonado. 
      
 
      
            
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Así que como pueden ver, Dios está con nosotros; él es nuestro líder. Sus sacerdotes tocan las trompetas y nos dirigen en batalla contra ustedes. ¡Oh pueblo de Israel, no luches contra el Señor
, Dios de tus antepasados, porque no tendrás éxito!».