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Asà que regresaron a la ciudad e informaron a los porteros lo que habÃa sucedido. «Salimos al campamento arameo —dijeron—, ¡y allà no habÃa nadie! Los caballos y los burros estaban atados, y todas las carpas estaban en orden, ¡pero no habÃa ni una sola persona!».
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Entonces los porteros gritaron la noticia a la gente del palacio.
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Entonces uno de sus oficiales le dijo: —DeberÃamos mandar espÃas a investigar. Que se lleven cinco de los caballos que quedan. Si les pasa algo, no será peor que si se quedan aquà y mueren con todos nosotros.