2
—Bien —respondió Natán—. Haga Su Majestad lo que su corazón le dicte, pues Dios está con usted.
3
Pero aquella misma noche la palabra de Dios vino a Natán y le dijo:
4
«Ve y dile a mi siervo David que así dice el SEÑOR: “No serás tú quien me construya una casa para que yo la habite.
5
Desde el día en que liberé a Israel hasta el día de hoy, no he habitado en casa alguna, sino que he ido de campamento en campamento y de santuario en santuario.
6
Todo el tiempo que anduve con Israel, cuando mandé a sus jueces que pastorearan a mi pueblo, ¿acaso le reclamé a alguno de ellos el no haberme construido una casa de cedro?”