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y dijo:«Bendito sea el SEÑOR, Dios de Israel, que con su mano ha cumplido ahora lo que con su boca le había prometido a mi padre David cuando le dijo:
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“Desde el día en que saqué de la tierra de Egipto a mi pueblo, no elegí a ninguna ciudad de las tribus de Israel para que en ella se me construyera un templo donde yo habitara, ni elegí a nadie para que gobernara a mi pueblo Israel.
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Más bien, elegí a Jerusalén para habitar en ella, y a David para que gobernara a mi pueblo Israel”.
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»Pues bien, mi padre David tuvo mucho interés en construir un templo en honor del SEÑOR, Dios de Israel,
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pero el SEÑOR le dijo: “Me agrada que te hayas interesado en construir un templo en mi honor.