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Pablo contestĂł:—Ya estoy ante el tribunal del emperador, que es donde se me debe juzgar. No les he hecho ningĂşn agravio a los judĂos, como usted sabe muy bien.
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Si soy culpable de haber hecho algo que merezca la muerte, no me niego a morir. Pero si no son ciertas las acusaciones que estos judĂos formulan contra mĂ, nadie tiene el derecho de entregarme a ellos para complacerlos. ¡Apelo al emperador!