18
El hombre de Dios le había dicho al rey: «Mañana, a esta hora, en los mercados de Samaria, tres kilos de harina selecta costarán una pieza de plata y seis kilos de grano de cebada costarán una pieza de plata».
19
El funcionario del rey había respondido: «¡Eso sería imposible aunque el Señor abriera las ventanas del cielo!». Y el hombre de Dios había dicho: «¡Lo verás con tus propios ojos, pero no podrás comer nada de eso!».
20
Y así fue, las multitudes lo aplastaron y murió a la entrada de la ciudad.