23
pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; después, cuando él venga, los que le pertenecen.
24
Entonces vendrá el fin, cuando él entregue el reino a Dios el Padre, luego de destruir todo dominio, autoridad y poder.
25
Porque es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies.
26
El último enemigo que será destruido es la muerte,
27
pues Dios «ha sometido todo a su dominio». Al decir que «todo» ha quedado sometido a su dominio, es claro que no se incluye a Dios mismo, quien todo lo sometió a Cristo.