5
En ese momento el altar se vino abajo y las cenizas se esparcieron, según la señal que, en obediencia a la palabra del SEÑOR, les había dado el hombre de Dios.
3
Aquel mismo día el hombre de Dios ofreció una señal: «Esta es la señal que el SEÑOR les da: ¡El altar será derribado, y las cenizas se esparcirán!»
4
Al oír la sentencia que el hombre de Dios pronunciaba contra el altar de Betel, el rey extendió el brazo desde el altar y dijo: «¡Agárrenlo!» Pero el brazo que había extendido contra el hombre se le paralizó, de modo que no podía contraerlo.
5
En ese momento el altar se vino abajo y las cenizas se esparcieron, según la señal que, en obediencia a la palabra del SEÑOR, les había dado el hombre de Dios.
6
Entonces el rey le dijo al hombre de Dios:—¡Apacigua al SEÑOR tu Dios! ¡Ora por mí, para que se me cure el brazo!El hombre de Dios suplicó al SEÑOR, y al rey se le curó el brazo, quedándole como antes.
7
Luego el rey le dijo al hombre de Dios:—Ven a casa conmigo, y come algo; además, quiero hacerte un regalo.