25
—No, hijo mío —le respondió el rey—. No debemos ir todos, pues te seríamos una carga.Absalón insistió, pero el rey no quiso ir; sin embargo, le dio su bendición.
26
Entonces Absalón le dijo:—Ya que Su Majestad no viene, ¿por qué no permite que nos acompañe mi hermano Amnón?—¿Y para qué va a ir contigo? —le preguntó el rey.
27
Pero tanto insistió Absalón que el rey dejó que Amnón y sus otros hijos fueran con Absalón.
28
Este, por su parte, les había dado instrucciones a sus criados: «No pierdan de vista a Amnón. Y cuando se le haya subido el vino, yo les daré la señal de ataque, y ustedes lo matarán. No tengan miedo, pues soy yo quien les da la orden. Ánimo; sean valientes».
29
Los criados hicieron con Amnón tal como Absalón les había ordenado. Entonces los otros hijos del rey se levantaron y, montando cada uno su mula, salieron huyendo.