Muerte de Jesús
28 Después de esto, como Jesús sabÃa que ya todo habÃa terminado, y para que se cumpliera la Escritura, dijo:—Tengo sed.
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HabÃa allà una vasija llena de vinagre; asà que empaparon una esponja en el vinagre, la pusieron en una caña y se la acercaron a la boca.
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Al probar Jesús el vinagre, dijo:—Todo se ha cumplido.Luego inclinó la cabeza y entregó el espÃritu.
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Era el dÃa de la preparación para la Pascua. Los judÃos no querÃan que los cuerpos permanecieran en la cruz en sábado, por ser este un dÃa muy solemne. Asà que le pidieron a Pilato ordenar que les quebraran las piernas a los crucificados y bajaran sus cuerpos.
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Fueron entonces los soldados y le quebraron las piernas al primer hombre que habÃa sido crucificado con Jesús, y luego al otro.
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Pero cuando se acercaron a Jesús y vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas,
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sino que uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante le brotó sangre y agua.
35
El que lo vio ha dado testimonio de ello, y su testimonio es verÃdico. Él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean.
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Estas cosas sucedieron para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán ningún hueso»
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y, como dice otra Escritura: «Mirarán al que han traspasado».
Sepultura de Jesús
38 Después de esto, José de Arimatea le pidió a Pilato el cuerpo de Jesús. José era discÃpulo de Jesús, aunque en secreto por miedo a los judÃos. Con el permiso de Pilato, fue y retiró el cuerpo.
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También Nicodemo, el que antes habÃa visitado a Jesús de noche, llegó con unos treinta y cuatro kilos de una mezcla de mirra y áloe.
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Ambos tomaron el cuerpo de Jesús y, conforme a la costumbre judÃa de dar sepultura, lo envolvieron en vendas con las especias aromáticas.
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En el lugar donde crucificaron a Jesús habÃa un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo en el que todavÃa no se habÃa sepultado a nadie.
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Como era el dÃa judÃo de la preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allà a Jesús.