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Marcos 8; Marcos 9
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Marcos 8
1
EN aquellos días, como hubo gran gentío, y no tenían qué comer, Jesús llamó á sus discípulos, y les dijo:
2
Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer:
3
Y si los enviare en ayunas á sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos.
4
Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien hartar á estos de pan aquí en el desierto?
5
Y les pregunto: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete.
6
Entonces mandó á la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, partió, y dió á sus discípulos que los pusiesen delante: y los pusieron delante á la multitud.
7
Tenían también unos pocos pececillos: y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.
8
Y comieron, y se hartaron: y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete espuertas.
9
Y eran los que comieron, como cuatro mil: y los despidió.
10
Y luego entrando en el barco con sus discípulos, vino á las partes de Dalmanutha.
11
Y vinieron los Fariseos, y comenzaron á altercar con él, pidiéndole señal del cielo, tentándole.
12
Y gimiendo en su espíritu, dice: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal á esta generación.
13
Y dejándolos, volvió á entrar en el barco, y se fué de la otra parte.
14
Y se habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en el barco.
15
Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los Fariseos, y de la levadura de Herodes.
16
Y altercaban los unos con los otros diciendo: Pan no tenemos.
17
Y como Jesús lo entendió, les dice: ¿Qué altercáis, porque no tenéis pan? ¿no consideráis ni entendéis? ¿aun tenéis endurecido vuestro corazón?
18
¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿y no os acordáis?
19
Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Doce.
20
Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete.
21
Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?
22
Y vino á Bethsaida; y le traen un ciego, y le ruegan que le tocase.
23
Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó si veía algo.
24
Y él mirando, dijo: Veo los hombres, pues veo que andan como árboles.
25
Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fué restablecido, y vió de lejos y claramente á todos.
26
Y envióle á su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas á nadie en la aldea.
27
Y salió Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó á sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
28
Y ellos respondieron: Juan Bautista; y otros, Elías; y otros, Alguno de los profetas.
29
Entonces él les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dice: Tú eres el Cristo.
30
Y les apercibió que no hablasen de él á ninguno.
31
Y comenzó á enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.
32
Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro le tomó, y le comenzó á reprender.
33
Y él, volviéndose y mirando á sus discípulos, riñó á Pedro, diciendo: Apártate de mí, Satanás; porque no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres.
34
Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame.
35
Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.
36
Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma?
37
¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
38
Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles.
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Marcos 9
1
TAMBIÉN les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios que viene con potencia.
2
Y seis días después tomó Jesús á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y los sacó aparte solos á un monte alto; y fué transfigurado delante de ellos.
3
Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.
4
Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús.
5
Entonces respondiendo Pedro, dice á Jesús: Maestro, bien será que nos quedemos aquí, y hagamos tres pabellones: para ti uno, y para Moisés otro, y para Elías otro;
6
Porque no sabía lo que hablaba; que estaban espantados.
7
Y vino una nube que les hizo sombra, y una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado: á él oíd.
8
Y luego, como miraron, no vieron más á nadie consigo, sino á Jesús solo.
9
Y descendiendo ellos del monte, les mandó que á nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiese resucitado de los muertos.
10
Y retuvieron la palabra en sí, altercando qué sería aquéllo: Resucitar de los muertos.
11
Y le preguntaron, diciendo: ¿Qué es lo que los escribas dicen, que es necesario que Elías venga antes?
12
Y respondiendo él, les dijo: Elías á la verdad, viniendo antes, restituirá todas las cosas: y como está escrito del Hijo del hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada.
13
Empero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.
14
Y como vino á los discípulos, vió grande compañía alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos.
15
Y luego toda la gente, viéndole, se espantó, y corriendo á él, le saludaron.
16
Y preguntóles: ¿Qué disputáis con ellos?
17
Y respondiendo uno de la compañía, dijo: Maestro, traje á ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,
18
El cual, donde quiera que le toma, le despedaza; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando: y dije á tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.
19
Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación infiel! ¿hasta cuándo estaré con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo de sufrir? Traédmele.
20
Y se le trajeron: y como le vió, luego el espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos.
21
Y Jesús preguntó á su padre: ¿Cuánto tiempo há que le aconteció esto? Y él dijo: Desde niño:
22
Y muchas veces le echa en el fuego y en aguas, para matarle; mas, si puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros.
23
Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo es posible.
24
Y luego el padre del muchacho dijo clamando: Creo, ayuda mi incredulidad.
25
Y como Jesús vió que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.
26
Entonces el espíritu clamando y desgarrándole mucho, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.
27
Mas Jesús tomándole de la mano, enderezóle; y se levantó.
28
Y como él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?
29
Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.
30
Y habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese.
31
Porque enseñaba á sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas muerto él, resucitará al tercer día.
32
Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle.
33
Y llegó á Capernaum; y así que estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?
34
Mas ellos callaron; porque los unos con los otros habían disputado en el camino quién había de ser el mayor.
35
Entonces sentándose, llamó á los doce, y les dice: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.
36
Y tomando un niño, púsolo en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dice:
37
El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños, á mí recibe; y el que á mí recibe, no recibe á mí, mas al que me envió.
38
Y respondióle Juan, diciendo: Maestro, hemos visto á uno que en tu nombre echaba fuera los demonios, el cual no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos sigue.
39
Y Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mí.
40
Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
41
Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
42
Y cualquiera que escandalizare á uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y fuera echado en la mar.
43
Y si tu mano te escandalizare, córtala: mejor te es entrar á la vida manco, que teniendo dos manos ir á la Gehenna, al fuego que no puede ser apagado;
44
Donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga.
45
Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo: mejor te es entrar á la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en la Gehenna, al fuego que no puede ser apagado;
46
Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
47
Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo: mejor te es entrar al reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado á la Gehenna;
48
Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
49
Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.
50
Buena es la sal; mas si la sal fuere desabrida, ¿con qué la adobaréis? Tened en vosotros mismos sal; y tened paz los unos con los otros.
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