4
Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio fue en mi nación, en Jerusalén, todos los judíos la saben;
5
los cuales tienen ya conocido que yo desde el principio, si quieren testificarlo, conforme a la más perfecta secta de nuestra religión he vivido, fariseo.
6
Y ahora, por la esperanza de la promesa hecha por Dios a nuestros padres, soy llamado en juicio;
7
a la cual promesa nuestras doce tribus, sirviendo constantemente de día y de noche, esperan que han de llegar. Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado de los judíos.
8
¡Qué! ¿Se juzga cosa increíble entre vosotros que Dios resucite los muertos?