11
para que Satanás no tome ventaja sobre nosotros, pues no ignoramos sus ardides.
12
Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, y se me abrió una puerta en el Señor,
13
no tuve reposo en mi espíritu al no encontrar a Tito, mi hermano; despidiéndome, pues, de ellos, salí para Macedonia.
14
Pero gracias a Dios, que en Cristo siempre nos lleva en triunfo, y que por medio de nosotros manifiesta en todo lugar la fragancia de su conocimiento.
15
Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden;