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Sin embargo, poco después, el arroyo se secó porque no había llovido en ninguna parte del reino.
      
 
      
            
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La viuda de Sarepta
Luego el Señor
 dijo a Elías: 
      
 
      
            
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«Vete a vivir a la aldea de Sarepta, que está cerca de la ciudad de Sidón. Yo le he ordenado a una viuda de allí que te alimente».
      
 
      
            
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Elías se dirigió a Sarepta y, cuando llegó a las puertas del pueblo, vio a una viuda juntando leña y le dijo:
—Por favor, ¿podrías traerme un poco de agua en una taza?
      
 
      
            
              11
            
Mientras ella iba a buscarle el agua, la llamó y dijo:
—También tráeme un bocado de pan.
      
 
      
            
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Pero ella respondió:
—Le juro por el Señor
 su Dios que no tengo ni un pedazo de pan en la casa. Solo me queda un puñado de harina en el frasco y un poquito de aceite en el fondo del jarro. Estaba juntando algo de leña para preparar una última comida, después mi hijo y yo moriremos.
      
 
      
            
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Entonces Elías le dijo:
—¡No tengas miedo! Sigue adelante y haz exactamente lo que acabas de decir, pero primero cocina un poco de pan para mí. Luego, con lo que te sobre, prepara la comida para ti y tu hijo. 
      
 
      
            
              14
            
Pues el Señor
, Dios de Israel dice: “Siempre habrá harina y aceite de oliva en tus recipientes, ¡hasta que el Señor
 mande lluvia y vuelvan a crecer los cultivos!”.
      
 
      
            
              15
            
Así que ella hizo lo que Elías le dijo, y ella, su familia y Elías comieron durante muchos días. 
      
 
      
            
              16
            
Siempre había suficiente harina y aceite de oliva en los recipientes, tal como el Señor
 lo había prometido por medio de Elías.
      
 
      
            
              17
            
Tiempo después, el hijo de la mujer se enfermó. Cada día empeoraba y finalmente murió. 
      
 
      
            
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Entonces ella le dijo a Elías:
—¡Ay, hombre de Dios! ¿Qué me ha hecho usted? ¿Ha venido aquí para señalarme mis pecados y matar a mi hijo?
      
 
      
            
              19
            
Pero Elías contestó:
—Dame a tu hijo.
Entonces tomó el cuerpo del niño de los brazos de la madre, lo cargó por las escaleras hasta la habitación donde él estaba alojado y lo puso sobre la cama. 
      
 
      
            
              20
            
Después Elías clamó al Señor
: «Oh Señor
 mi Dios, ¿por qué le has traído desgracia a esta viuda que me abrió su casa, al provocar la muerte de su hijo?».
      
 
      
            
              21
            
Entonces Elías se tendió sobre el niño tres veces y clamó al Señor
: «¡Oh Señor
 mi Dios, te ruego que le devuelvas la vida a este niño!». 
      
 
      
            
              22
            
El Señor
 oyó la oración de Elías, ¡y la vida volvió al niño, y revivió! 
      
 
      
            
              23
            
Entonces Elías bajó al niño de la habitación en el piso de arriba y se lo entregó a su madre.
—¡Mira —le dijo—, tu hijo vive!
      
 
      
            
              24
            
Entonces la mujer le dijo a Elías:
—Ahora estoy convencida de que usted es un hombre de Dios y que de verdad el Señor
 habla por medio de usted.