Jesús calma la tormenta
22 Un dÃa subió Jesús con sus discÃpulos a una barca.—Crucemos al otro lado del lago —les dijo.Asà que partieron,
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y mientras navegaban, él se durmió. Entonces se desató una tormenta sobre el lago, de modo que la barca comenzó a inundarse y corrÃan gran peligro.
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Los discÃpulos fueron a despertarlo.—¡Maestro, Maestro, nos vamos a ahogar! —gritaron.Él se levantó y reprendió al viento y a las olas; la tormenta se apaciguó y todo quedó tranquilo.
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—¿Dónde está la fe de ustedes? —les dijo a sus discÃpulos.Con temor y asombro ellos se decÃan unos a otros: «¿Quién es este, que manda aun a los vientos y al agua, y le obedecen?»
Liberación de un endemoniado
26 Navegaron hasta la región de los gerasenos, que está al otro lado del lago, frente a Galilea.
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Al desembarcar Jesús, un endemoniado que venÃa del pueblo le salió al encuentro. HacÃa mucho tiempo que este hombre no se vestÃa; tampoco vivÃa en una casa sino en los sepulcros.
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Cuando vio a Jesús, dio un grito y se arrojó a sus pies. Entonces exclamó con fuerza:—¿Por qué te entrometes, Jesús, Hijo del Dios AltÃsimo? ¡Te ruego que no me atormentes!
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Es que Jesús le habÃa ordenado al espÃritu maligno que saliera del hombre. Se habÃa apoderado de él muchas veces y, aunque le sujetaban los pies y las manos con cadenas y lo mantenÃan bajo custodia, rompÃa las cadenas y el demonio lo arrastraba a lugares solitarios.
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—¿Cómo te llamas? —le preguntó Jesús.—Legión —respondió, ya que habÃan entrado en él muchos demonios.
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Y estos le suplicaban a Jesús que no los mandara al abismo.
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Como habÃa una manada grande de cerdos paciendo en la colina, le rogaron a Jesús que los dejara entrar en ellos. Asà que él les dio permiso.
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Y cuando los demonios salieron del hombre, entraron en los cerdos, y la manada se precipitó al lago por el despeñadero y se ahogó.
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Al ver lo sucedido, los que cuidaban los cerdos huyeron y dieron la noticia en el pueblo y por los campos,
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y la gente salió a ver lo que habÃa pasado. Llegaron adonde estaba Jesús y encontraron, sentado a sus pies, al hombre de quien habÃan salido los demonios. Cuando lo vieron vestido y en su sano juicio, tuvieron miedo.
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Los que habÃan presenciado estas cosas le contaron a la gente cómo el endemoniado habÃa sido sanado.
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Entonces toda la gente de la región de los gerasenos le pidió a Jesús que se fuera de allÃ, porque les habÃa entrado mucho miedo. Asà que él subió a la barca para irse.
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Ahora bien, el hombre de quien habÃan salido los demonios le rogaba que le permitiera acompañarlo, pero Jesús lo despidió y le dijo:
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—Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti.Asà que el hombre se fue y proclamó por todo el pueblo lo mucho que Jesús habÃa hecho por él.