13
            
Entonces Adonías hijo de Haguit vino a Betsabé madre de Salomón; y ella dijo: ¿
Es  tu venida de paz? Y él respondió: 
Sí , de paz.
      
 
      
            
              14
            
En seguida dijo: 
Una  palabra tengo que decirte. Y ella dijo: Di.
      
 
      
            
              15
            
Y él dijo: Tú sabes que el reino era mío, y que todo Israel había puesto en mí su rostro, para que yo reinara; mas el reino fue traspasado, y vino a mi hermano; porque por el SEÑOR era suyo.
      
 
      
            
              16
            
Y ahora yo te hago una petición: no me hagas volver mi rostro. Y ella le dijo: Habla.
      
 
      
            
              17
            
El entonces dijo: Yo te ruego que hables al rey Salomón (porque él no te hará volver tu rostro) para que me dé a Abisag sunamita por mujer.
      
 
      
            
              18
            
Y Betsabé dijo: Bien; yo hablaré por ti al rey.
      
 
      
            
              19
            
Y vino Betsabé al rey Salomón para hablarle por Adonías. Y el rey se levantó a recibirla, y se inclinó a ella, y volvió a sentarse en su trono, e hizo poner una silla a la madre del rey, la cual se sentó a su diestra.
      
 
      
            
              20
            
Y ella dijo: Una pequeña petición pretendo de ti; no me hagas volver mi rostro. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, que yo no te haré volver el rostro.
      
 
      
            
              21
            
Y ella dijo: Dese Abisag sunamita por mujer a tu hermano Adonías.
      
 
      
            
              22
            
Y el rey Salomón respondió, y dijo a su madre: ¿Por qué pides a Abisag sunamita para Adonías? Demanda también para él el reino, porque él es mi hermano mayor; y tiene también a Abiatar sacerdote, y a Joab hijo de Sarvia.
      
 
      
            
              23
            
Y el rey Salomón juró por el SEÑOR, diciendo: Así me haga Dios y así me añada, que contra su vida ha hablado Adonías esta palabra.
      
 
      
            
              24
            
Ahora pues, vive el SEÑOR, que me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David mi padre, y que me ha hecho casa, como me había dicho, que Adonías morirá hoy.
      
 
      
            
              25
            
Entonces el rey Salomón envió por mano de Benaía hijo de Joiada, él lo hirió, y murió.
      
 
      
            
              26
            
Y a Abiatar sacerdote dijo el rey: Vete a Anatot a tus heredades, que tú 
eres  digno de muerte; mas no te mataré hoy, por cuanto has llevado el arca del Señor DIOS delante de David mi padre, y además has sido trabajado  en todas las cosas en que fue trabajado mi padre.
      
 
      
            
              27
            
Así  echó Salomón a Abiatar del sacerdocio del SEÑOR, para que se cumpliese la palabra del SEÑOR que había dicho sobre la casa de Elí en Silo.
      
 
      
            
              28
            
Y vino la noticia hasta Joab; porque también Joab se había adherido a Adonías, si bien no se había adherido a Absalón. Y huyó Joab al tabernáculo del SEÑOR, y tomó los cuernos del altar.
      
 
      
            
              29
            
Y fue hecho saber a Salomón que Joab había huido al tabernáculo del SEÑOR, y que estaba junto al altar. 
Entonces  envió Salomón a Benaía hijo de Joiada, diciendo: Ve, y mátale.
      
 
      
            
              30
            
Y entró Benaía al tabernáculo del SEÑOR, y le dijo: El rey ha dicho que salgas. Y él dijo: No, sino 
que  aquí moriré. Y Benaía volvió con esta respuesta al rey, diciendo: Así habló Joab, y así me respondió.
      
 
      
            
              31
            
Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho; mátale y entiérralo, y quita de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente.
      
 
      
            
              32
            
Y el SEÑOR hará tornar su sangre sobre su cabeza; que él ha muerto dos varones más justos y mejores que él, a los cuales mató a cuchillo sin que mi padre David supiese nada: a Abner hijo de Ner, general del ejército de  Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general del ejército de Judá.
      
 
      
            
              33
            
La sangre, pues, de ellos recaerá sobre la cabeza de Joab, y sobre la cabeza de su simiente perpetuamente; mas sobre David y sobre su simiente, y sobre su casa y sobre su trono, habrá perpetuamente paz de parte del SEÑOR.
      
 
      
            
              34
            
Entonces Benaía hijo de Joiada subió, y lo hirió, y lo mató; y fue sepultado en su casa en el desierto.
      
 
      
            
              35
            
Y el rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada sobre el ejército; y a Sadoc puso el rey por sacerdote en lugar de Abiatar.
      
 
      
            
              36
            
Después  envió el rey, e hizo venir a Semei, y le dijo: Edifícate 
una  casa en Jerusalén, y mora ahí, y no salgas de allá a una parte ni a otra;
      
 
      
            
              37
            
porque sabe de cierto que el día que salieres, y pasares el arroyo de Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre será sobre tu cabeza.
      
 
      
            
              38
            
Y Simei dijo al rey: La palabra 
es  buena; como el rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo. Y habitó Simei en Jerusalén muchos días.
      
 
      
            
              39
            
Pero pasados tres años, aconteció que se le huyeron a Simei dos siervos a Aquis, hijo de Maaca, rey de Gat. Y dieron aviso a Simei, diciendo: He aquí que tus siervos 
están  en Gat.
      
 
      
            
              40
            
Se levantó entonces Simei, y enalbardó su asno, y fue a Gat, a Aquis, a procurar sus siervos. Fue, pues, Simei, y volvió sus siervos de Gat.
      
 
      
            
              41
            
Y fue dicho a Salomón como Simei había ido de Jerusalén hasta Gat, y que había vuelto.
      
 
      
            
              42
            
Entonces el rey envió, e hizo venir a Simei, y le dijo: ¿No te conjuré yo por el SEÑOR, y te protesté, diciendo: El día que salieres, y fueres acá o allá, sabe de cierto que has de morir? Y tú me dijiste: La palabra 
 es  buena, yo la obedezco.
      
 
      
            
              43
            
¿Por qué pues no guardaste el juramento del SEÑOR, y el mandamiento que yo te mande?
      
 
      
            
              44
            
Dijo 
además  el rey a Simei: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; el SEÑOR pues, ha tornado el mal sobre tu cabeza.
      
 
      
            
              45
            
Y el rey Salomón 
será  bendito, y el trono de David será firme perpetuamente delante del SEÑOR.
      
 
      
            
              46
            
Entonces el rey mandó a Benaía hijo de Joiada, el cual salió y lo hirió; y murió. Y el reino fue confirmado en la mano de Salomón.